Entre los agentes municipales, algunos trabajan en servicios técnicos. Y, dentro de los servicios técnicos, dieciséis están “destinados” a espacios verdes. Yohann Le Gallou es el jefe del equipo que se ocupa más específicamente del centro de la ciudad: los muelles, Saint-Thomas, Saint-Houardon, rue de la Fontaine-Blanche, Keranden, Voas Glaz…
“Nuestra misión es mantener y embellecer la ciudad. La especificidad de nuestro equipo del centro es que disponemos de parterres y jardineras de gran tamaño. Cambiamos de parterre dos veces al año, la primera en mayo para plantar flores de verano (begonias, impaciencias, etc.), y la segunda a mediados de noviembre para plantar flores de invierno (pensamientos, prímulas, alhelíes…)”, explica Yohann Le Gallou. Un trabajo a veces ingrato cuando el viento y la lluvia añaden posturas incómodas (arrodillados, encorvados, etc.).
“No va a volver”
Hace unas semanas, los parterres fueron replantados y así “vestidos” para el invierno. Y ahí fue cuando empezaron los problemas. “Dos o tres días después de nuestras plantaciones nos dimos cuenta de que los perros habían causado daños: marcas de patas y excrementos. Sin embargo, estas plantas son frágiles porque acaban de salir del invernadero. Una vez aplastado, no vuelve. Está muerto. Si después de tres días ya está degradado aunque debería durar hasta mayo, ¡la temporada corre el riesgo de ser larga! », continúa Yohann.
Este último también especifica que en estos parterres hay cosas que no se pueden ver. Bulbos en este caso que también sufren el paso de perros. Evidentemente, no son estos últimos los culpables sino sus amos. Porque aquí estamos hablando de animales atados. ¿Y qué hay al otro lado de la correa?
Plantas quemadas
Tampoco hay que imaginar que los excrementos ayudarán a que la planta crezca. Arderá por el exceso de enmienda. “Aquí también es donde los agentes se arrodillarán y pondrán las manos para mantener los parterres. Nunca es muy agradable encontrarse con estos excrementos”, señala el gerente.
Por ello, la ciudad ha decidido por primera vez colocar pequeños carteles en sus parterres pidiendo respeto por las plantaciones y el trabajo de los agentes. ¿Será esto suficiente? No estoy seguro. Yohann cuenta la historia de este dueño a quien un agente le señaló la presencia de los carteles y que se atrevió a pensar: “¡Sí, pero mi perro no sabe leer”!
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