Todos los perdidos // Por Mackenzie Donaldson. Con Jasmine Mathews, Vinessa Antoine y Devon Sawa.
El cine anticipatorio siempre ha sido un espejo de las preocupaciones contemporáneas. Con Todos los perdidosMackenzie Donaldson ofrece una inmersión en un futuro cercano donde el caos climático y las tensiones sociales conducen a una guerra civil devastadora. Este segundo largometraje del director, aunque ambicioso en su concepto, deja un sabor a inacabado debido a sus elecciones narrativas cuestionables y a sus personajes faltos de profundidad. La historia se desarrolla en un futuro cercano, donde las políticas gubernamentales destinadas a combatir el cambio climático provocan una rebelión violenta liderada por una milicia de extrema derecha llamada United Conservancy. Esta facción, armada hasta los dientes e impulsada por una ideología simplista, logra hacerse con el control de vastos territorios de América del Norte, sembrando el terror entre las poblaciones rurales.
Una futura guerra civil estalla debido a las medidas impuestas por el gobierno para combatir el cambio climático. Nia, su hermana Penny y su novio Ethan se esconden cuando un líder de la milicia y sus seguidores llegan a su puerta.
Frente a ellos, un grupo ecologista apodado “EE” intenta resistir lo mejor que puede, mientras los civiles atrapados en el fuego cruzado luchan por sobrevivir. Es en este contexto donde evolucionan Nia (Jasmine Mathews), su hermana Penny (Vinessa Antoine) y Mikael (Steven Ogg), un hombre que les ofrece refugio en su chalet a la orilla de un lago. Este lugar aislado se convierte en un santuario precario, pero el equilibrio se altera rápidamente cuando una misión de suministro sale mal, atrayendo la atención de la milicia. Y Todos los perdidos brilla por su capacidad de presentar un mundo distópico creíble, no logra despertar un vínculo real con los personajes. Nia, la figura central de la historia, se enfrenta a dilemas morales y situaciones extremas de supervivencia, pero el guión le da poco material para trascender su papel.
Su diálogo carece de sutileza y los intentos de hacerla moverse a menudo fracasan, a pesar de la actuación sincera de Jasmine Mathews. Mientras tanto, los antagonistas quedan reducidos a caricaturas de campesinos sureños brutales y racistas. Esta representación simplista perjudica la ambición de la película, porque elimina todos los matices. En un mundo donde las motivaciones y las ideologías suelen ser complejas, esta visión maniquea deja poco espacio para la reflexión o la empatía. Sin embargo, la película intenta ser parte de un discurso sobre los excesos autoritarios, las desigualdades sociales y el impacto de las redes sociales en la polarización de opiniones. Sin embargo, estos temas, aunque relevantes, se abordan de una manera demasiado directa para convencer. Por ejemplo, una escena en la que Nia se enfrenta a dos milicianos caricaturizados oscila entre lo grotesco y lo patético, reduciendo un tema serio a un intercambio simplista.
La idea de que los individuos se unan a una milicia no para defender una ideología, sino simplemente para ejercer un poder brutal, es interesante, pero habría sido beneficioso desarrollarla con más sutileza. Uno de los personajes, un general de la UC interpretado por Devon Sawa, evoca una justificación religiosa para sus acciones con un canto grotesco: “Dios salve a la UC”. Este momento ilustra claramente la deriva absurda de ciertos movimientos, pero carece de contexto y profundidad para causar realmente una impresión. Visualmente, Todos los perdidos consigue capturar una atmósfera pesada gracias a un uso juicioso de los escenarios naturales y una cuidada puesta en escena. Los bosques oscuros, las casas abandonadas y los paisajes desolados evocan un mundo en decadencia, recordando por momentos el universo opresivo de Los hijos del hombre.
El agua, omnipresente en varias escenas, se convierte en símbolo de supervivencia y desesperación, sobre todo cuando se descubre un cuerpo flotando cerca de su refugio. Sin embargo, esta estética no es suficiente para compensar una trama que lucha por mantener el interés. Las aventuras del grupo, aunque marcadas por momentos de tensión, a menudo parecen telefónicas y carecen de un impacto emocional real. Todos los perdidos no carece de mérito. Explora temas de actualidad con cierta audacia y ofrece una reflexión sobre los peligros de un mundo donde las divisiones políticas y culturales conducen a la violencia. Sin embargo, la ejecución deja mucho que desear. Los personajes estereotipados, la ausencia de matices en el conflicto y la falta de sutileza en el tratamiento de las cuestiones sociales impiden que la película alcance el nivel de las grandes obras del género.
Al final del día, Todos los perdidos da testimonio de las ambiciones de Mackenzie Donaldson como directora, pero también de sus límites narrativos. Esta es una película que podría haber sido un poderoso comentario sobre nuestros tiempos, pero que simplemente toca sus temas sin profundizar en ellos. Una oportunidad perdida, sin duda, pero que aún merece ser elogiada por su audacia y su intento de sacudir las conciencias, aunque el resultado final sigue siendo en gran medida perfectible.
Nota: 4/10. En definitiva, es una pena que la película sólo toque sus temas sin profundizar en ellos. Una distopía tensa, pero con personajes decepcionantes.
Próximamente en Paramount+