En las calles de Buenos Aires la fiebre del dólar se está desvaneciendo. El peso argentino se está recuperando frente al dólar, pero los expertos temen que este respiro sea sólo temporal. Descubra qué hay detrás de este vuelco en el mercado cambiario.
En las concurridas calles de la capital argentina, los cambistas callejeros siguen saludando a los transeúntes con sus gritos de “¡Dólares, cambio, dólares!” “. Sin embargo, en las últimas semanas, la marea parece haber cambiado en el mercado cambiario de Buenos Aires. La frenética carrera por el dólar se está estancando, dejando un pequeño respiro al maltratado peso argentino.
Tradicionalmente, los argentinos han tenido una confianza limitada en su moneda nacional. Décadas de inflación galopante y crisis repetidas han arraigado el hábito de atesorar dólares siempre que sea posible, desconfiando de los depósitos bancarios en pesos. Este reflejo ha alimentado un vasto mercado del dólar negro, donde los famosos “arbolitos” (pequeños árboles) agitan sus bultos verdes en la cara de los transeúntes.
El dólar está perdiendo su brillo
Pero recientemente, incluso los operadores de divisas no oficiales más experimentados están luchando por vender sus existencias de dólares. Óscar, que oficia no lejos del palacio presidencial, no oculta su nostalgia por tiempos más prósperos:
Hace apenas un año, hice alrededor de cuarenta transacciones en seis horas. Ahora me lleva unas diez horas hacer cuatro, como máximo.
confiesa, molesto.
Varios factores explican este cambio. Por un lado, el colapso del poder adquisitivo vinculado a las medidas de austeridad gubernamentales ha reducido a cero la capacidad de ahorro de muchos ciudadanos. La pobreza se está disparando y ahora afecta a más de uno de cada dos argentinos.
Por otro lado, una amnistía fiscal lanzada en julio para repatriar dólares no declarados permitió al Banco Central acumular más de 20 mil millones de dólares en reservas. Suficiente para saciar temporalmente la sed de dólares del mercado.
Reservas del Banco Central en su nivel más alto
Como resultado, el tipo de cambio informal del dólar se acerca a su tipo oficial, alrededor de 1.000 pesos, mientras que en julio había alcanzado un récord de 1.500 pesos en el mercado negro. Un soplo de aire fresco para el peso, que recupera color tras un descenso a los infiernos.
Pero esta mejora podría ser de corta duración, advierten los expertos. Si los efectos de la amnistía fiscal se desvanecen y si las negociaciones con el FMI no tienen éxito, resurgirá el espectro de un nuevo colapso del peso.
La cuestión del tipo de cambio no está fundamentalmente resuelta.
señala Hernán Letcher, economista del Centro Argentino de Economía Política (CEPA).
Un riesgo para las exportaciones
La apreciación del peso también representa un riesgo para las exportaciones argentinas, particularmente hacia Brasil, su mayor socio comercial. El real brasileño ha caído frente al dólar en los últimos días, y los inversores están preocupados por la salud económica del gigante latinoamericano.
Mientras tanto, en las calles de Buenos Aires, Los comerciantes de divisas están aguantando. Las ventas de dólares no se están debilitando, impulsadas por los argentinos que buscan convertir sus magros ahorros para pagar sus cuentas.
Casi todos los que venden son personas muy mayores que se deshacen de sus ahorros para pagar las cuentas. Recorren todo el centro de la ciudad en busca de la mejor tarifa.
subraya Fabiana, directora de una casa de cambio clandestina.
Un equilibrio frágil, suspendido de los próximos vaivenes de la economía argentina y de los estados de ánimo de los operadores de divisas. La última ronda de un duelo de largo plazo entre el peso y el dólar rey.