Sí, puedes beber perfectamente agua del inodoro.

Sí, puedes beber perfectamente agua del inodoro.
Sí, puedes beber perfectamente agua del inodoro.
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Por curioso que parezca, el agua que desemboca en el inodoro es perfectamente potable. Y por una buena razón. Pero esta observación también plantea interrogantes sobre el uso de un recurso precioso.

La gestión del agua se ha convertido hoy en día en una cuestión crucial, a medida que el calentamiento global provoca sequías cada vez más graves y recurrentes. Las proyecciones sobre la escasez son preocupantes: a 8 de septiembre de 2023, 189 municipios se encontraban privados de agua en Francia, según el Ministerio de Transición Ecológica. En resumen, la gestión sostenible de cada gota nunca ha sido más crucial. Una presión que impone una reflexión urgente: ¿cómo consumir menos y mejor?

En Francia, alrededor del 20% del agua que consumen diariamente los franceses se utiliza para la cisterna de los inodoros. Un desperdicio indescriptible, que exige tomar medidas para preservar este preciado recurso. ¡Sobre todo porque se supone que esta agua es potable! Estos hallazgos plantean una pregunta extraña pero relevante: ¿podríamos, en caso de emergencia, considerar beber agua del inodoro?

De hecho, aunque la idea pueda parecer incongruente, el agua que utilizamos en los sanitarios es la misma que sale de nuestros grifos. Y con razón: ¡viene del mismo tubo de entrada general! Sufre exactamente los mismos tratamientos sanitarios en las plantas de tratamiento de aguas residuales y luego sigue el mismo recorrido a través de las tuberías, hasta los grifos y cisternas. Se trata de una medida de seguridad destinada a limitar el riesgo de propagación de enfermedades entre la población.

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Pero tenga cuidado: si el agua que llega al llenar el depósito de cisterna es perfectamente potable, obviamente no lo es la que se encuentra en el fondo del recipiente, que se contamina rápidamente con bacterias y otras impurezas procedentes de los excrementos y la orina. No se trata de utilizarlo para llenar una botella bajo pena de envenenamiento.

El hecho es que esta observación plantea una cuestión ecológica importante. Cada francés consume una media de casi 150 litros de agua potable al día, pero sólo bebe 1,5 litros, es decir, sólo el 1%. Un desperdicio considerable que cuestiona nuestros hábitos y nuestro comportamiento, especialmente en términos de uso de los recursos naturales.

Por supuesto, hay muchas maneras de reducir este desperdicio, con inodoros de doble descarga, sistemas de recolección de agua de lluvia e incluso inodoros secos. Pero, sobre todo, esta pregunta nos recuerda la urgencia de adoptar una gestión racional y racionada de nuestros recursos: favoreciendo sistemas que consuman menos agua potable, valorizando mejor las aguas residuales y reduciendo los residuos. El oro azul merece, más que nunca, nuestra atención.

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