Irán: al borde de una explosión de descontento. Por Hamid Enayat

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Ola de ejecuciones y aumento de la represión contra opositores políticos

En los últimos días, la intensificación sin precedentes de las ejecuciones en Irán se ha convertido en uno de los indicadores más alarmantes de la crisis política y social que sacude al país. Entre el 25 y el 28 de noviembre de 2023 fueron ejecutadas 27 personas, es decir, una cada tres horas y media. Esta escalada represiva pone de relieve una flagrante violación de los derechos humanos y refleja el creciente temor del régimen a las manifestaciones populares. Este artículo explora los motivos de estas medidas represivas, el impacto de la crisis económica y social en el creciente descontento, así como las reacciones de la comunidad internacional.

Una estrategia de intimidación mediante el aumento de las ejecuciones

Durante la semana pasada, el sistema de justicia iraní condenó a muerte a seis presos políticos: Abolhassan Montazer, Pouya Ghobadi, Vahid Bani-Amirian, Babak Alipour, Ali-Akbar Daneshvarkar y Mohammad Taghavi. Acusados ​​de delitos como “pertenencia a la Organización Muyahidín del Pueblo de Irán” e “insurrección armada”, estos individuos fueron atacados tras meses de interrogatorios y torturas. Estas convicciones tienen claramente como objetivo crear un clima de terror entre la población y disuadir cualquier oposición política.

En octubre, la frecuencia de las ejecuciones ya era de una persona cada cuatro horas. Hoy, este ritmo se ha acelerado aún más. Este fenómeno refleja menos un desarrollo judicial que una reacción desesperada del régimen ante una situación crítica, con el objetivo de evitar levantamientos masivos.

La crisis económica, factor clave del descontento generalizado

La profunda crisis económica que afecta a Irán es uno de los principales impulsores del descontento popular y las crecientes protestas. Durante su último discurso, el nuevo presidente del régimen, Massoud Pezeshkian, se refirió indirectamente a esta crisis advirtiendo que su persistencia podría desencadenar manifestaciones a gran escala. Sin embargo, se abstuvo de nombrar a los responsables de esta situación catastrófica, que hundió a más de dos tercios de la población por debajo del umbral de pobreza.

Ni siquiera los medios estatales pueden ocultar la magnitud de la crisis. En su edición del 25 de noviembre de 2023, el diario “República Islámica”titular: “Temor a la revolución del ejército de los hambrientos”y denunció: “Cada día, la crisis económica empeora, los pobres se vuelven más pobres, los ricos se vuelven más ricos y la sociedad está cada vez más abrumada por una élite arrogante e insensible. »

En este contexto, las condiciones parecen estar dadas para manifestaciones aún más grandes y organizadas. En respuesta a esta creciente amenaza, el líder supremo Ali Jamenei, en un discurso ante las fuerzas paramilitares Basij el 25 de noviembre, las instó a estar preparados para sofocar los “disturbios” y los “alborotadores”.

Las ejecuciones como herramienta de represión política

Una de las principales estrategias del régimen para sofocar las protestas es aumentar las penas de muerte contra los partidarios de la Organización Muyahidín del Pueblo de Irán y otros opositores políticos. En un informe reciente, el profesor Javaid Rehman, relator especial de las Naciones Unidas sobre derechos humanos en Irán, describió dos grandes oleadas de masacres políticas (en 1982 y 1988) como reales. “genocidios”. Según él, durante la masacre de 1988, en la que el 90% de las víctimas eran miembros de los muyahidines del pueblo, el régimen ejecutó a sus opositores únicamente por sus creencias políticas, étnicas o religiosas.

Desde 2019, el gobierno iraní ha intensificado las penas de muerte contra simpatizantes muyahidines. A medida que se acercan posibles protestas, el régimen parece estar intensificando sus esfuerzos para reprimir a los presos políticos, con la esperanza de obstaculizar los movimientos de protesta. Según informes recientes, más de 3.600 familiares y partidarios de los muyahidines han sido arrestados. Sus identidades fueron transmitidas a las Naciones Unidas por la oposición iraní para protegerlos.

Reacciones internacionales: llamados a la acción y condenas

El 20 de noviembre de 2023, las Naciones Unidas adoptaron su resolución número 71 contra el régimen iraní en respuesta a violaciones graves y sistemáticas de derechos humanos. Maryam Rajavi, presidenta del Consejo Nacional de Resistencia de Irán (CNRI), acogió con satisfacción la resolución e instó a la comunidad internacional a tomar medidas más enérgicas. Ella dijo: “El aumento de las violaciones de derechos humanos y el desprecio del régimen por las resoluciones de las Naciones Unidas requieren una remisión al Consejo de Seguridad y un ajuste de cuentas por parte de los líderes iraníes. »

También pidió a los países europeos que condicionen sus relaciones diplomáticas y comerciales con Irán al cese inmediato de las ejecuciones y a que apoyen activamente los derechos humanos en el país.

Conclusión: Irán en un punto de inflexión decisivo

La escalada de ejecuciones, el empeoramiento de la crisis económica y la intensificación del descontento popular revelan el estado de desesperación del régimen iraní. Aunque el régimen intenta preservar su poder mediante una represión brutal, estas acciones parecen exacerbar las frustraciones e incitar a más protestas.

En este contexto, la comunidad internacional desempeña un papel crucial. Debe apoyar los derechos humanos en Irán, presionar al régimen para que ponga fin a su política de represión y ejecuciones y alentar una transición hacia la justicia y la libertad. El futuro de Irán depende tanto de la capacidad de su pueblo para resistir como de la determinación del mundo de exigir responsabilidades por los crímenes contra los derechos humanos.

© Hamid Enayat

El politólogo y especialista en Irán, Hamid Enayat, es en TJ la voz de la oposición democrática iraní (CNRI).

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