¿Quién lanzó la ofensiva?
Fue lanzado el 27 de noviembre por una coalición de grupos rebeldes dominados por la antigua rama siria de Al Qaeda, Hayat Tahrir al Sham (HTS). “Las fuerzas del régimen se retiraron de sus posiciones […] sin oponer resistencia significativa”, estimó el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH).
Para Jérôme Drevon, experto del International Crisis Group (ICG), la ofensiva tenía como objetivo inicial “probar […] las líneas de defensa del régimen. El meteórico avance de los insurgentes les permitió darse cuenta de que “el régimen era más débil de lo que pensaban”, añade. La captura de Alepo demuestra también “que Irán y Rusia no pudieron o no quisieron proteger realmente al régimen en un punto esencial que es el capital económico”, considera.
La pérdida de la metrópoli constituye un revés tanto más amargo cuanto que el régimen, apoyado por Teherán y Moscú, no escatimó esfuerzos para retomar sus distritos orientales controlados por la rebelión en 2016, a costa de un largo asedio y sangrientas batallas.
Paralelamente a la ofensiva del HTS, los rebeldes apoyados por Ankara lanzaron el sábado una nueva operación que les permitió tomar el enclave de Tal Rifaat, anteriormente en manos de los kurdos, la bestia negra de Turquía. Los combates han obligado a decenas de miles de kurdos de Tal Rifaat a huir a territorios controlados por minorías más al este.
¿Qué países están involucrados?
El sábado, el presidente Bashar al-Assad prometió “derrotar” a los “terroristas” con “la ayuda de sus aliados”. Pero ¿y si las cosas hubieran cambiado? Moscú está absorbida por la guerra en Ucrania y Teherán por una situación regional explosiva que ha debilitado a sus aliados, en primer lugar a Hezbollah en el Líbano, después de dos meses de guerra con Israel.
Los rebeldes han elegido el momento “ideal” para lanzar su ofensiva, considera Hans-Jakob Schindler, del grupo de expertos Proyecto contra el extremismo (CEP), ya que Rusia, Irán y Hezbolá “tienen otros problemas que resolver ahora mismo”.
Teherán y Moscú, sin embargo, prometieron a su aliado sirio “apoyo incondicional”. Según el Kremlin, “subrayaron la importancia de coordinar” su acción con Turquía, que apoya a los rebeldes y controla los territorios fronterizos en el norte de Siria. Poco presente en los primeros días, la fuerza aérea rusa anunció el domingo que apoyaba al ejército sirio “para repeler la agresión terrorista” en el norte de Siria.
¿Qué perspectivas tiene Siria?
“Alepo parece perdida para el régimen. A menos que lancemos una contraofensiva pronto, o si Rusia e Irán envían más refuerzos, no creo que el gobierno pueda recuperarlos”, dijo Aron Lund del grupo de expertos Century International. Sin embargo, “un gobierno sin Alepo no es realmente un gobierno funcional en Siria”, resume.
Irán confirmó que mantenía a sus “asesores militares” junto al ejército. Por su parte, Turquía, que según algunos expertos dio luz verde a la ofensiva sobre Alepo, estimó a través de su ministro de Asuntos Exteriores, Hakan Fidan, que Damasco debe “alcanzar un compromiso con su propio pueblo y la oposición legítima”.
El presidente “Assad probablemente no tiene los recursos necesarios para retomar Alepo”, confirma Tammy Palacios, del instituto New Lines. E incluso si esto se hiciera, con el apoyo de los aliados rusos e iraníes, las localidades circundantes no podrían ser reconquistadas, añade.
La escalada en curso rompe la precaria calma en el norte de Siria, que reina desde 2020 gracias a un alto el fuego negociado por Moscú y Ankara. Pero si las armas habían callado, no se vislumbraba una solución política duradera al conflicto.
Para el politólogo Fabrice Balanche, es difícil esperar una “reunificación” de Siria. “El régimen puede mantenerse en la región costera alauita, en particular gracias a la presencia rusa, en Homs y Damasco” en el centro, explica. El noroeste permanecerá “bajo la supervisión de HTS y pro-turcos”, y el noreste dominado por fuerzas kurdas “siempre que dure la presencia estadounidense” para evitar una ofensiva turca, afirmó.