Trump, Biden y el debate que confirmó la decadencia del Imperio americano

Trump, Biden y el debate que confirmó la decadencia del Imperio americano
Trump, Biden y el debate que confirmó la decadencia del Imperio americano
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Joe Biden tiene razón. El futuro de la democracia estadounidense está en juego en las próximas elecciones presidenciales.

Lo que no predijo fue que ayudaría a sacudir las columnas del Templo.

El desastroso espectáculo del debate del jueves por la noche fue tristemente elocuente.

El duelo prometido se convirtió en un derbi de demolición.

¿Lo que queda? Un presidente humillado a escala global. Un partido demócrata dividido. Una elección imposible para la mayoría de los estadounidenses.

El jueves por la tarde, el Imperio americano expuso al mundo su decadencia.

Queda una pregunta: el Partido Republicano ya vendió su alma a Donald Trump, pero ¿por cuánto tiempo el Partido Demócrata dejará su alma como rehén de las ambiciones mesiánicas de Joe Biden?

egos

Los candidatos presidenciales tienen una cosa que hacer para ganar: convencer a los votantes de que están ahí para ayudarlos.

Sin embargo, estos estadounidenses que luchan por llegar a fin de mes, que temen la violencia armada, las consecuencias de una ola migratoria sin precedentes, Donald Trump y Joe Biden parecen haberlos olvidado durante los 90 minutos que dura el debate.

Sin embargo, todos estaban allí, disponibles, con los ojos pegados al televisor.

Pero no. Más allá de los ataques habituales, fueron tratados con una letanía de mentiras, medias verdades e inconsistencias expresadas desordenadamente como un estudiante repitiendo partes de oraciones aprendidas de memoria.

El espectáculo se volvió absolutamente imperdonable cuando estos dos hombres, que afirman querer ser el “Líder del Mundo Libre”, comenzaron a debatir apasionadamente sobre su desempeño en el golf.

¡No el Golfo Pérsico! ¡No el Golfo de México! ¡El otro, golf, con la bolita blanca!

¡Incluso aprendimos sus respectivas discapacidades!

Fue tan loco que incluso Donald Trump sugirió “¡dejemos de comportarnos como niños!”

El asunto sería anecdótico si no fuera indicativo de una campaña electoral donde el ego de cada partido se antepone a cualquier razón de Estado.

Opciones y contrastes

El equipo Biden, sin embargo, había prometido un debate que permitiría establecer los contrastes necesarios entre los dos protagonistas.

La elección sería clara.

Entre el caos y la competencia. El respeto a los derechos de las mujeres y el peligro de sus vidas. Soluciones para la clase media y recortes de impuestos para los ricos. Una América decisiva en la escena internacional o retraída sobre sí misma.

El jueves por la tarde, el contraste entre el ideal y la realidad fue sorprendente y deprimente.

La elección es sencilla.

Los estadounidenses deben decidir entre un anciano y un mentiroso megalómano.

Peor aún, estos votantes que la democracia dice respetar llevan más de un año diciendo a los encuestadores que no quieren ninguna de las dos cosas.

Que un megalómano como Donald Trump sea testarudo no sorprende a nadie.

Que un político respetuoso de las instituciones como Joe Biden persista en mantener la ilusión de que es el único capaz de defender a Estados Unidos es una triste vanidad.

Al respaldar a Joe Biden, al mantener la ilusión de que podría aspirar a un segundo mandato, los demócratas se han hecho cómplices del ataque a la democracia estadounidense que tan enérgicamente denuncian en el caso de Donald Trump.

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