Al generar simulaciones de personas fallecidas mediante inteligencia artificial, las empresas privadas se benefician del dolor de las familias.
Hace unos meses, los españoles pudimos ver en la televisión a personas escuchando reconstrucciones digitales de las voces de sus seres queridos fallecidos generadas por inteligencia artificial a partir de datos de audio reales. Esta práctica ha provocado muchos debates sociales y profesionales, porque estas reconstrucciones imitan las voces de los muertos para decir palabras conmovedoras que provocan intensas reacciones en los supervivientes.
La resurrección digital implica el uso de IA para recrear ciertas características de las personas fallecidas, como la voz o la apariencia física. Aunque puede ofrecer un consuelo momentáneo, tal práctica plantea cuestiones éticas, filosóficas y legales fundamentales.
El riesgo de crear recuerdos falsos
La principal implicación filosófica de la resurrección digital es que pone en duda la noción misma de existencia. Al recrear la voz o la imagen de una persona fallecida, podemos decir que estamos prolongando su existencia o, por el contrario, que el ser recreado es sólo una pálida copia.
La esencia de un ser humano no se puede resumir en un conjunto de respuestas programadas o en una imagen en una pantalla, y parece poco probable que una simulación digital sea capaz de capturar la profundidad y la experiencia, las emociones y los pensamientos de una persona.
La memoria juega aquí un papel importante. La resurrección digital puede verse como un intento de preservarla, de mantener la presencia de aquellos que hemos perdido. Sin embargo, la memoria humana no es estática: selecciona, modifica, cambia y se adapta. Al recrear digitalmente a un ser querido, corremos el riesgo de alterar nuestros verdaderos recuerdos con esa persona. ¿Es ético aferrarse a una representación artificial, en lugar de dejar que nuestros recuerdos evolucionen con el tiempo?
¿Qué es la identidad?
La identidad es una red compleja de experiencias y relaciones. Al intentar recrear a alguien, podríamos decir que estamos intentando comprender claramente su identidad. Sin embargo, hay muchas posibilidades de llegar a una versión idealizada, coherente con nuestras propias expectativas y deseos.
Estos avances tecnológicos también plantean interrogantes sobre la noción misma de duelo. La muerte es una etapa natural inseparable de la vida; El duelo es un proceso esencial en el camino hacia la aceptación de la pérdida de un ser querido. Mantener una conexión con el difunto a través de la resurrección digital interfiere en este proceso vital, lo que puede impedirnos avanzar y estar en paz.
La resurrección digital también plantea cuestiones importantes sobre el consentimiento y los derechos de imagen. ¿Quién tiene derecho a decidir si una persona debe ser recreada digitalmente? ¿Cómo se le pide permiso a alguien que, por definición, ya no puede concederlo?
Explotación del dolor con fines de lucro
Recordemos: las nuevas tecnologías son una actividad comercial. La perspectiva de que las empresas obtengan beneficios interfiriendo en un proceso tan profundamente humano y doloroso como la pérdida de un ser querido plantea más cuestiones filosóficas, éticas y morales.
Desde un punto de vista ético, este tipo de enfoque parece transgredir los principios fundamentales de respeto y dignidad que se supone guían nuestras interacciones humanas. El duelo es un proceso íntimo y sagrado, un paso hacia la aceptación y la paz interior después de una gran pérdida. Por tanto, la comercialización de este proceso puede considerarse una forma de explotación emocional, en la medida en que se aprovecha de personas en situación vulnerable.
También es probable que la comercialización de este enfoque distorsione el proceso natural del duelo. El duelo y el duelo son experiencias esenciales de la condición humana. Superarlos nos ayuda a crecer. Si la monetización de la resurrección digital impide que las personas vivan este proceso de forma saludable, al dar la ilusión de que el difunto sigue a su lado, en lugar de ayudarles a aceptar su ausencia, de poco sirve.
Desde un punto de vista moral, los objetivos de tales enfoques comerciales son muy cuestionables. Con el pretexto de ofrecer consuelo y una forma de recordar a sus seres queridos, aprovechan el dolor para obtener beneficios económicos.
La resurrección digital exacerba el dolor
En el centro de la resurrección digital hay una paradoja preocupante. En su intento de acercarnos a aquellos que hemos perdido, estas tecnologías nos confrontan con la naturaleza innegable de su ausencia y nos empujan a cuestionar no sólo la naturaleza de la existencia, sino también el significado mismo de nuestra humanidad.
Al esforzarse por compensar la ausencia de un ser querido o por llenar el vacío que éste ha dejado, estas tecnologías exacerban tanto el deseo de aferrarnos a lo que hemos perdido como nuestra propia renuencia a aceptar la realidad de esta pérdida y comenzar el trabajo de duelo. .
La situación es aún más paradójica si consideramos que las simulaciones que utilizamos para preservar la memoria y las características de los seres queridos son, por definición, artificiales y, por tanto, incapaces de captar toda la complejidad y el alcance de la experiencia humana. Nos enfrentamos a una representación digital imperfecta que, si bien reconfortante en algunos aspectos, no logra hacer justicia al ser que amamos y perdimos.
Traducido del inglés por Fast ForWord