Una guerra total con el Líbano como principal perdedor

Una guerra total con el Líbano como principal perdedor
Una guerra total con el Líbano como principal perdedor
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El conflicto entre Israel y Hezbollah representa una colisión de objetivos irreconciliables, con cada lado firmemente decidido a lograr sus fines. Para Israel, el objetivo final es la plena implementación de la Resolución 1559 de la ONU, que exige el desarme de Hezbollah y la transferencia de todas sus armas al ejército libanés. Desde el punto de vista de Tel Aviv, esta medida es esencial para neutralizar lo que se considera una amenaza existencial en su frontera norte.

Para Hezbollah, lo que está en juego es igualmente crucial. Busca responder enérgicamente a los ataques israelíes utilizando su arsenal de misiles para atacar sitios estratégicos en Israel, incluidas aldeas del norte, Haifa e incluso Tel Aviv. Esta estrategia, presentada como una forma de resistencia, pretende mantener su capacidad disuasoria ejerciendo al mismo tiempo la máxima presión sobre Israel.

El Líbano, tomado como rehén en este conflicto, está sufriendo las consecuencias más graves. A diferencia de Israel, que cuenta con sistemas de defensa avanzados como la Cúpula de Hierro, el Líbano sigue estando en gran medida expuesto, lo que lo hace particularmente vulnerable. Cada escalada deja al país aún más debilitado, tanto material como socialmente.

La hostilidad mutua entre las dos partes alimenta un ciclo destructivo en el que ninguna de las partes muestra voluntad de llegar a un acuerdo. Un alto el fuego parece inalcanzable, ya que requeriría que ambas partes abandonaran sus objetivos fundamentales, que siguen siendo diametralmente opuestos. Por lo tanto, el futuro parece ofrecer sólo una perspectiva de mayor devastación, con el Líbano como la principal víctima de este conflicto intratable.

Esta dinámica pone de relieve la asimetría de las cuestiones. Si bien Israel tiene los medios necesarios para mitigar los daños, la población libanesa enfrenta riesgos existenciales, agravados por la ausencia de una intervención internacional capaz de imponer una solución duradera. Sin un cambio de estrategia o mediación externa, el futuro augura más sufrimiento para un país que ya está al borde del abismo.

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Canada

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