La selección francesa está de vuelta. Cien días después de su magnífica medalla de plata olímpica en París, con hombres nuevos a la cabeza, con hombres nuevos en el campo. Y si el primero fue difícil, necesariamente está lleno de esperanza.
Tuvimos que esperar hasta el último cuarto.
Un poco larga, pues, esta puesta en marcha, pero esta puesta en marcha también fue la de un equipo que no “se conoce”, con sólo cuatro entrenamientos conjuntos.
¿El resultado final? 75-59, una brecha que no es muy lógica dado el escenario del partido pero que sí lo es evidentemente dado el nivel intrínseco de los dos equipos. Bastaron algunas aceleraciones, en la primera parte pero sobre todo en la segunda, cuando Yoan Makoundou en particular comenzó a atormentar a sus defensores después de haberlo hecho previamente con los atacantes.
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Después de estar – un poco – asustados contra un local Stéphane Curry (s/o Constantinos Simitzis), la nueva generación Blues mató el partido al comienzo del último cuarto, consiguiendo finalmente un muy severo +16 para los chipriotas. Nolan Traoré se destacó en su estreno con dos grandes flotadores, un tiro desde el estacionamiento y unos buenos caviares, Noa Essengue fue más discreta con una entrada ligeramente fallida en el primer MT, pero fue mucho mejor para arruinarlo todo en Poitiers.
¿Entre los nombres un poco más referenciados en cuanto a experiencia? Axel Bouteille puso en marcha la máquina, Nicolas Lang y Paul Lacombe realizaron los tiros correctos, Amine Noua fue eficaz y la pareja burgiana Benítez/Pansa se divirtió ante el jefe de la casa JL. Adam Mokoka actuó en ambos lados del campo, Brice Dessert apareció al inicio del partido en lugar de al inicio, Yoan Makoundou fue el mejor francés y Andrew Albicy nos hizo recordar este verano.
Victoria “fácil” para los Bleus, un partido de repetición diríamos, y estamos ansiosos por ver la revancha el domingo por la noche en Poitiers. No somos adivinadores, pero debería ir un poco más rápido.