Finalmente, última posibilidad, a pesar de que el gobierno ha dimitido, queda la posibilidad de aprobar nuevas leyes. Allí es el parlamento el que toma el control. Normalmente, las leyes que se aprueban en Bruselas provienen principalmente del gobierno (a esto lo llamamos “proyectos de ley”). Pero los parlamentarios también pueden encargar que se redacten y voten leyes por sí mismos. Hablamos entonces aquí de “proyectos de ley”.
Y en unas pocas semanas, una vez instalado el nuevo parlamento, los diputados podrían formar mayorías temporales entre partidos, por ejemplo entre partidos de izquierda o de derecha, para proponer y votar nuevas leyes. En teoría, el gobierno dimisionario estaría obligado a aplicarlas, incluso si va en contra de sus deseos y de sus propias ideas políticas.
Bueno, eso es en teoría. Porque en la práctica, esos mismos ministros siempre podrían “retrasar” la firma de estas leyes y ralentizar el proceso. Leyes que luego quedarían guardadas en cajones sin poder ser aplicadas. Y esto por tiempo indefinido. Un juego de bloqueo político del que nadie saldría ganando.
En resumen, como habrán comprendido, la solución más sencilla sigue siendo formar rápidamente un nuevo gobierno en Bruselas que funcione plenamente y que tenga realmente una mayoría en el nuevo parlamento que acaba de ser elegido.
