La respuesta no se hizo esperar.
Este fin de semana, Washington habría dado luz verde a Kiev para el uso de sus misiles en territorio ruso.
El presidente ruso firmó el martes un decreto que autorizaría el uso de armas nucleares en tal escenario.
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Guerra en Ucrania: mil días desde la invasión rusa
Eligió hacerlo en el día número 1.000 del conflicto con Ucrania. Vladimir Putin firmó este martes un decreto que amplía los posibles usos de las armas nucleares, incluido en particular “el lanzamiento de misiles balísticos contra Rusia”. Este “[adaptation] desde nuestros cimientos hasta la situación actual”en palabras del portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, se produce también tras el anuncio, dos días antes, de la autorización dada a Kiev para utilizar misiles estadounidenses ATACMS en suelo ruso. Este cambio de doctrina de la administración Biden, no oficial en este momento, permitiría a las fuerzas ucranianas penetrar aproximadamente 300 kilómetros en territorio ruso.
¿Una falsa luz verde?
¿Puede la luz verde de Washington cambiar la situación sobre el terreno? No de manera decisiva, según muchos expertos: muy esperado por Moscú, llega cuando el ejército ruso ya ha evacuado sus contingentes y sus equipos más sensibles de la zona sensible a la que podrían llegar los misiles ATACMS. El número de misiles de este tipo que aún posee Kiev sigue siendo limitado y el reabastecimiento es muy incierto ante el inminente cambio de gobierno estadounidense.
La decisión de Joe Biden, a quien sólo le quedan dos meses de mandato antes de entregar el relevo a Donald Trump, parece más bien ligada a las conversaciones que su sucesor podría iniciar poco después de asumir el cargo. La posibilidad de atacar la región rusa de Kursk, donde los ucranianos se afianzaron a finales del verano, puede garantizar que Kiev conserve una de las pocas palancas que tiene para las negociaciones. Washington también está enviando una señal a Corea del Norte, que ha enviado al menos 10.000 hombres a esta región para apoyar a las tropas rusas, que ahora se encuentran dentro del alcance de los ataques ucranianos.
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La reacción de Vladimir Putin tampoco es una sorpresa. El pasado mes de septiembre, el presidente ruso ya había advertido que esa luz verde, que el presidente ucraniano llevaba pidiendo desde hacía más de un año, significaría que “Los países de la OTAN están en guerra con Rusia”. Esta interpretación abre el camino a la “nueva doctrina” que luego propuso a su consejo de seguridad. Según los términos del mismo, “agresión de Rusia por parte de un país no nuclear pero con la participación o el apoyo de un país nuclear” sería considerado “como un ataque conjunto a la Federación Rusa”.
“Consideraremos tal posibilidad si recibimos información confiable sobre el lanzamiento masivo de medios de ataque aeroespaciales y su cruce de la frontera de nuestro estado”especificó Vladimir Putin. Como podría ser el caso de los ataques con misiles ATACMS en territorio ruso, sólo el adjetivo “macizo” dejando un margen de apreciación. El amo del Kremlin ha dejado que la amenaza nuclear flote desde la invasión de Ucrania en 2022, a intervalos regulares, dependiendo de la situación sobre el terreno, como ya señaló el CSIS. (nueva ventana) en un análisis estratégico el pasado mes de febrero. El grupo de expertos estadounidense estimó que el riesgo del uso de armas nucleares era el más alto en décadas, nunca alcanzado desde el final de la Guerra Fría.
El concepto de una “línea roja” que no debe cruzarse fue esgrimido muy pronto por Moscú para desalentar los deseos intervencionistas de los aliados de Ucrania. Amenazas a las que el bloque occidental prometió responder si se hacían realidad, manteniendo al mismo tiempo una ambigüedad estratégica sobre los medios que utilizaría o la proporcionalidad de la respuesta.
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Rusia había acercado las armas nucleares tácticas al teatro de guerra en el verano de 2023, al posicionar un arsenal con su aliado bielorruso, en el norte de Ucrania y dentro del alcance de tiro de Kiev. Un movimiento llevado a cabo para intimidar el apoyo occidental a Ucrania, considera el CSIS. El instituto estadounidense, sin embargo, recomienda encarecidamente no relativizar la amenaza nuclear, que según él es uno de los objetivos de la propaganda rusa. Las referencias de Moscú a las armas nucleares parecen multiplicarse cuando su ejército sufre reveses sobre el terreno, señalan los autores del estudio. Pero esta vez no es el caso, mientras que el ejército ruso lleva varios meses realizando importantes avances en el Donbass.