doEs un autor entrañable por su alegría, su espontaneidad y los estallidos de español que florecen en su conversación. Miguel Bonnefoy, 37 años, diez novelas, numerosos premios literarios y varias veces finalista de prestigiosos premios, gana este año el Gran Premio de la Academia Francesa y el Femina. La belleza del lenguaje, la audacia del texto. “Extraño y hermoso”, exclama, citando a Malraux y el “malentendido” del éxito, o a Borges y la “incomprensión de la gloria”: “Los precios te arrojan a una luz donde puedes sentirte perdido »: es un torbellino”, la lluvia dorada de Danaé” – “las radios, las televisiones, las entrevistas, las reuniones, las invitaciones que llueven…” – lo que lo deja “súper feliz”, “súper agotado”. “Ya no veo a mi familia [il a deux petites filles de 2 et 4 ans, NDLR]pero tengo un socio extraordinario que no deja de decirme: ‘¡Amigo, no te preocupes, ve a abrazar el mundo!'”. “Seré un muy buen embajador de estos dos premios”, sonríe, confiado en que se lo entregan”. aliento para continuar”.
“Sé que todavía no he escrito los libros para los que nací”
Jonathan Littell por “Les Bienveillantes”, Patrick Rambaud por “La Bataille” (tanto Goncourt como Académie française) o Andreï Makine por “Le Testament français” (Médicis y Goncourt)… Muy pocos escritores han ganado dos premios Grand Slam por la misma novela. !
Realmente creo que es una cuestión de suerte, lo que los griegos llamaban “kairos”. De repente, algo sucede. El mismo libro, en otro momento, no se habría visto.
¿Conoces esta frase de Juvenal: “Si la fortuna quiere, los esclavos serán reyes…”? Lo tengo tatuado en la espalda, como una estrella bajo la cual quiero vivir. La primera pregunta que hizo Napoleón al reclutar generales fue “¿tienes suerte?” » Puedes tener todo el talento del mundo, pero si no tienes suerte…
Augustin Mouchot, el (verdadero) héroe de su anterior novela, “El inventor”, tuvo mala suerte.
Este hombrecito de las sombras quería conquistar la luz. Sólo le faltaba una cosa, suerte. Zweig, que relata destinos extraordinarios, evoca a menudo la idea de una “oportunidad increíble”. Y Borges, cuando le hablaban del destino, replicaba: “¿El destino? Ah, sí, el otro nombre lo damos al azar. »
Muy fuerte, el Gran Premio de la Academia Francesa. Tu lengua materna es el español, aunque escribes en francés.
Es valiente por parte de los Inmortales seleccionar un libro que no está escrito en el idioma nativo del autor. Los premios literarios también tienen esta dimensión, mostrando que necesitamos tolerancia y mestizaje, libros que hablen de otra parte. Es un hermoso mensaje.
Mensaje también llevado por Fémina: el premio de ensayo fue otorgado a la chilena Alia Zeran por “Properto”.
Lo más extraordinario es que la madre de esta joven, a quien no conocía, es periodista literaria en Chile y que fue ella quien presentó dos de los libros de mi padre, que es escritor, ¡se conocen!
“Me encantan las damas de Femina, las leí, me asombraron”
Al recibir el Femina dijiste que llevabas diez años esperándolo.
Mi primera novela, “El viaje de Octavio”, se publicó en 2015, pero la escribí en 2014. Ya tenía a Femina en mente. Me encantan las damas de Femina, las leí, me sorprendieron, fui a Josyane Savigneau en la isla de Oléron. ¿Te imaginas? ¿Consíguelo? ¡Qué locura!
Después de tu padre en “Heritage”, aquí están tus abuelos en “El sueño del jaguar”. Antonio y Ana María. Destinos increíbles que reinventas.
François-Henri Désérable a veces se burla de mí: “solo hay que copiar”. Afirma que siendo su familia de Picardía, no hay nada que contar.
Qué extraño destino, estos dos hijos de la crisis de los cuales nada hacía pensar que pudieran tener una vida así, y juntos… Una gran cardióloga, la primera mujer ginecóloga en Venezuela… La realidad puede permitirse ser inverosímil, pero No es ficción, explicó Aharon Appenfeld. En la vida real, Antonio y Ana María se separan. Pero quería una historia de amor que dure y termine en la muerte.
Su hija, Venezuela, ya apareció en “El viaje de Octavio”.
Sabía que ella volvería. Me gustan lo que los arquitectos llaman “piedras de espera”.
La familia es como arcilla para ti…
Sé que todavía no he escrito los libros para los que nací. Escribir una novela es reinventarse, es, en palabras de Alberto Manguel, “llover sobre mojado”. Oscar Wilde aseveró que no es ficción la que copia la realidad, es todo lo contrario. Para construir una historia, ya nos apoyamos en algo ficticio, pasado por el filtro de la memoria. Sólo guardamos fragmentos de vida, huellas en la arena. Pero con la preocupación de que la ficción se fusione con la realidad.
Mi otra abuela, Fanny Rosenzweig, también médica, también aparecerá algún día. Nació en Ucrania en una familia judía asquenazí, experimentó pogromos, huyó en barco, vivió en Argentina, Chile, trató a mujeres violadas durante la dictadura de Pinochet.
“Presto atención a cada coma, busco las repeticiones, trabajo con un cincel”
Tu escritura es fogosa, colorida, nunca nos perdemos a pesar de la multitud de personajes.
Pienso mucho en el lector cuando escribo. No debemos perderlo, pero “El sueño del jaguar” es un mundo bullente que abarca tres generaciones. Intento articular flashbacks, recordar hábilmente quién es un personaje que no hemos visto en 20 o 30 páginas. Soy un monje copista. Puedo pasar horas en la misma frase, presto atención a cada coma, busco repeticiones, trabajo con un cincel. Estoy obsesionado con las transiciones de una escena a otra. Necesito tiempo, para volver, es un trabajo de maestría.
Trabajas mucho de nuevo con tu editor.
Mis textos serían diferentes sin Émilie Colombani. ¡Es una mujer de gran dulzura, pero formidable! Si me tropiezo con una coma, “¡oh, pero absolutamente quiero esta coma!” » – ella asiente cortésmente. Vuelve a la carga. Puedes luchar todo el tiempo que quieras, al final la coma desaparecerá. Y ella tenía razón.
“El sueño del jaguar”, ed. Orillas, 304 p., 20,90 euros.