Como muchos otros agricultores de la región, Laurent Israelian, secretario general de la FDSEA13, se prepara para manifestarse. Por todas partes, los temporeros “pintan” las ramas de los olivos, durante esta época de máxima cosecha. Bajo el efecto de las herramientas vibratorias, las pequeñas ojivas verdes caen en las redes. Luego, dirígete al molino, que está cerca. Allí, además de su propia producción, Laurent Israelian transforma en litros de aceite AOP cargamentos densos entregados por particulares de los alrededores.
El trabajo es intenso tanto en la nave del molino como en todo este olivar de unas treinta hectáreas donde los once empleados de su equipo de recogida trabajan desde temprano y hasta tarde. Así, los días ya de por sí ocupados se prolongan mucho más, desde mediados de octubre hasta mediados de diciembre. Desde hace veinte años, Laurent Israelian, de 41 años, trabaja horas en el Domaine Plaines Marguerite, donde este hijo de olivarero siempre ha trabajado para desarrollar su negocio. Sus esfuerzos no son en vano. Pero esto requiere tanto más coherencia cuanto que el mundo agrícola se enfrenta a dificultades cada vez mayores vinculadas, en particular, a limitaciones contraproducentes.
El invierno pasado, Laurent Israelian fue una de las figuras de las grandes manifestaciones campesinas en Bocas del Ródano, desde Châteaurenard hasta Marsella pasando por Salon. En aquel momento, las reivindicaciones proclamadas en los bloqueos de autopistas o frente a las plataformas de distribución masiva precedieron a la bola de promesas anunciada a principios de primavera. Pero desde entonces, y “aparte de la desgravación del GNR, nada ha cambiado“, en la vida cotidiana de este olivarero-molinero de Maussane, originario de Marsella.
Una acumulación de tareas burocráticas
“Al detener el proceso de reforma, la disolución de la Asamblea Nacional no ayudó“, recuerda Laurent Israelian que, en el marco de los controles de FranceAgriMer y otros, “sigue perdiendo el tiempo con el trabajo administrativo consistente en proporcionar un montón de información sobre las cantidades de productos envasados y vendidos, información inútil en vista de las estadísticas, que a su vez son siempre minúsculas.“
Esta acumulación de tareas burocráticas supone menos horas pasadas en los olivares. Laurent Israelian pidió ser relevado… fue un fracaso. También por sus esperanzas de armonización internacional de las regulaciones. Si los olivicultores franceses producen el 5% del consumo de Francia, otros países, como España, Italia o el Magreb, aportan el resto ignorando las normas vigentes en Francia (productos fitosanitarios prohibidos pero autorizados en sus países, salario por hora, etc.). , lo que les ofrece un coste de producción mucho menor y les permite vender a un precio mucho menor.
“Nos toman por idiotasse levanta Laurent Israelian que, dentro de unos días, se prepara para retomar el movimiento de protesta. Ciertamente, el gobierno tardó en formarse y la ley de finanzas era sin duda una prioridad, pero ahora el Estado debe abordar rápidamente el problema agrícola. De lo contrario, no lo hará. Esto no puede durar. Si ya no nos quieren en Francia, tienen que decírnoslo. Hay poco o ningún futuro para la profesión agrícola. Si tuviera que instalarme hoy, habría sido extremadamente complicado. Es muy sencillo, hace veinte años ganaba mucho más dinero.“