Después de las inundaciones que dejaron al menos 217 muertos en España según un informe aún provisional, el estancamiento del agua y la posible contaminación del agua potable hacen temer un riesgo para la salud de la población.
En las localidades más afectadas por las inundaciones en España aún predominan la ira y la angustia, seis días después de la tragedia. Muchas calles siguen atascadas con montones de coches, basura y cubiertas de barro. A este paisaje de desolación se le suma ahora un fuerte olor.
“Cuanto más pasan los días más se seca el barro y más sale el olor, por eso estamos regalando mascarillas a toda la gente que viene”, explica Carlos, voluntario en el pueblo de Picanya en BFMTV.
Un olor que revela los riesgos para la salud relacionados con la situación. De hecho, el agua se estanca, las redes de saneamiento se interrumpen y el agua potable puede mezclarse con aguas residuales y, por tanto, contaminarse.
“Microorganismos capaces de provocar infecciones”
“Las aguas estancadas, especialmente las que contienen barro, proporcionan un ambiente ideal para la proliferación de vectores (principalmente mosquitos y cucarachas), roedores y microorganismos que pueden provocar infecciones en humanos”, explica au média El Diario José María Martín-Moreno, catedrático de medicina preventiva y salud pública de la Universidad de Valencia.
Por tanto, el riesgo para el ser humano es el de contraer enfermedades infecciosas, en particular gastroenteritis bacteriana, debido a patógenos como E. coli, Salmonella o incluso Shigella. También se puede transmitir la hepatitis A o incluso la leptospirosis en caso de agua contaminada con orina de animales infectados, principalmente roedores.
Esta enfermedad “puede penetrar la piel de una persona que entra en contacto” con agua contaminada. “Es poco probable, pero hay que tener en cuenta esta bacteria que produce fiebre y que, en determinados casos, puede afectar al hígado y al sistema nervioso central”, subraya. El Mundo Antoni Trilla, especialista en medicina preventiva y salud pública y decano de la Facultad de Medicina de la Universidad de Barcelona. Otro riesgo: infecciones piel y ojos.
Una epidemia “improbable”
Por otro lado, según los expertos, una epidemia de cólera o tifus es “muy improbable” en España, señala El Mundo. “En España no tenemos cólera. No se puede descartar al 100% la posibilidad de contagio, porque puede ser que haya alguien con alguna patología infectada y se haya producido una contaminación, pero la probabilidad es muy baja”, afirma María Velasco, portavoz de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC).
Para evitar al máximo una crisis sanitaria, la primera responsabilidad recae sin embargo en las autoridades, que deben implementar acciones preventivas, según los especialistas.
“La clave para evitar una crisis de salud pública reside en la rapidez de estas intervenciones”, afirma a la agencia de prensa EFE José María Martín-Moreno, también doctor en epidemiología y salud pública por la Universidad de Harvard.
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Reitera que es importante garantizar el acceso a instalaciones sanitarias seguras, al agua potable, “promover buenas prácticas de higiene”, “tratar el agua estancada” o incluso “vigilar la “posible aparición de epidemias infecciosas”, precisa. Los riesgos aumentan 72 horas después de una inundación.
Se recomienda el uso de mascarilla, gafas y guantes.
Por lo tanto, las acciones deben ser respetadas por las autoridades locales y por los voluntarios que trabajan para limpiar las calles y encontrar a los desaparecidos. Se recomienda el uso de mascarilla, gafas protectoras, botas impermeables, guantes, ropa de manga larga y pantalón largo.
“Se recomienda que las personas que participen en las tareas de limpieza utilicen botas y guantes con los que no deben tocarse la cara, el móvil ni cualquier cosa que vaya a entrar en contacto con la boca y mucosas”, especifica María del Mar Tomás, especialista en microbiología. y también portavoz de la SEIMC en el diario español.
Para la población general es recomendable no ingerir ningún alimento que haya podido estar en contacto directo con las aguas de las inundaciones, ingerir alimentos cocidos o pelados y lavarse las manos incluso con más regularidad de lo habitual.
Según un último informe, al menos 217 personas murieron en las inundaciones que se produjeron la semana pasada, incluidas 213 sólo en la región de Valencia, tres en Castilla-la-Mancha y una en Andalucía. Pero el saldo final podría ser mayor: un número indeterminado de residentes siguen desaparecidos y muchos aparcamientos subterráneos, completamente inundados, aún no han sido inspeccionados en su totalidad.