“Estábamos ensayando una tarde de invierno cuando escuchamos un gran ruido”. En marzo de 2022, la bagad de Quimperlé se vio obligada a cerrar y abandonar sus locales históricos, adquiridos en los años 50, tras un deslizamiento de tierra. Allí estaba Gilles Favennec. “El edificio vibró. Todos nos miramos. Pensamos que eran ramas que caían, pero el ruido seguía siendo muy fuerte. Alguien dijo: “No son hojas”. Y salimos… ¡Sólo para darnos cuenta de que la montaña había caído sobre el local! “. Los campaneros quedaron sin aliento. “El techo estaba doblado. Por dentro estaba hundido. Rápidamente tomamos la decisión de cerrar el local y llamar a la compañía de seguros. Nadie resultó herido, pero pudimos ver que era importante. Excepto que estábamos lejos de sospechar las consecuencias y que eso nos obligaría a permanecer alejados durante tanto tiempo”. La paciencia de los músicos se pondría a prueba. E incluso su capacidad de resiliencia, ante lo que parecía, en un momento dado, inevitable: las premisas se perdieron. O parecía perdido.
El éxodo a la ciudad alta
“Nos trasladamos al centro de Guéhenno a la espera de encontrar un nuevo local”. La bagad de Quimperlé se trasladó allí el sábado 19 de marzo de 2022, en un lugar destinado a desaparecer para dar paso al futuro conservatorio intercomunal de música y danza. Temporal que durará. Un experto elabora un inventario inicial. La noticia no es buena. “Nos dijeron que todo el cerro podría hundirse tras un episodio de fuertes lluvias y que la falla de la roca tendería a crecer”, recuerda asombrado un campanero. Un flujo de tierra, estimado en unos quince m3, se deslizó contra una pared. Toda la estructura del edificio está debilitada. El techo no se salvó. El local permanece cerrado al público por tiempo indefinido. Antes incluso de iniciar las reparaciones, primero se debe consolidar la colina. Se da una estimación de 100.000 €. El Bagad está atónito. No tiene el dinero para responder a eso.
Lo doloroso al final es menos (doloroso)
La asociación comienza a buscar una nueva ubicación, sigue preparando la temporada, ensayando, dando clases con los bagadig… Pero sin ninguna claridad sobre el futuro. La posibilidad de vender el edificio parece comprometida, debido al riesgo de deslizamientos de tierra. El punto muerto.
Luego viene el aclareo, en el invierno de 2023. Se está estudiando un nuevo proyecto de renovación. Las cifras son más precisas. Y mucho más tranquilizador. La poda del acantilado, la limpieza de piedras y la instalación de una red de seguridad costarán 50.000 euros. La mitad de lo anunciado tras la primera estimación. Apegadas a su bagad, las comunidades no son desagradecidas. Se realizan solicitudes de subvención de Quimperlé, de la comunidad de Quimperlé, del Departamento y de la Región. Se asegura el acantilado y se restablecen las instalaciones. El 31 de mayo, el consejo municipal de Quimperlé votó una subvención excepcional de 11.000 euros a la asociación. El sonido de gaitas y bombardas se ha apoderado del espacio de la calle de Quimper, sin ser perturbado por el de las piedras.
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