“Está cada vez más extendida la idea de que el interés nacional de Estados Unidos ya no se corresponde con el de Israel”

“Está cada vez más extendida la idea de que el interés nacional de Estados Unidos ya no se corresponde con el de Israel”
“Está cada vez más extendida la idea de que el interés nacional de Estados Unidos ya no se corresponde con el de Israel”
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METROA pesar de la suspensión del lanzamiento de una bomba confirmada por la Casa Blanca el 8 de mayo, la relación entre Estados Unidos e Israel sigue siendo “especial”. Esta relación ciertamente ha evolucionado a medida que cambió el contexto internacional y el de los dos países, y después de ciertos puntos de inflexión cruciales. Pero su vínculo se vio cimentado por varios factores que definieron su naturaleza y carácter. Factores que se refieren a aspectos estratégicos, ideológicos, políticos y culturales.

Estados Unidos apoyó el nacimiento del Estado judío en 1948, a pesar de la fuerte renuencia de quienes, particularmente dentro del Departamento de Estado, temían que esto dañara las relaciones con el mundo árabe. Durante los primeros veinte años de la Guerra Fría no faltaron momentos de tensión. Sólo a partir de la década de 1960, y especialmente después del enfrentamiento de la Guerra de los Seis Días en 1967, las relaciones se estrecharon e Israel se convirtió verdaderamente en un aliado especial, beneficiario de la ayuda militar masiva de Estados Unidos.

Su credibilidad militar, muy reforzada por sus éxitos, y la dinámica de la Guerra Fría en Medio Oriente lo convirtieron en un socio clave para equilibrar los regímenes prosoviéticos en la región. Se pretendía que esta función sobreviviera al final de la Guerra Fría: Israel pasó del papel de baluarte de “contención” antisoviética a una función remodelada contra lo que quedaba del panarabismo radical o del nuevo Islam político radical.

Ciudadela bajo asedio

La asociación estratégica se justificó por narrativas ideológicas que enfatizaban el vínculo “civilizacional” supuestamente natural entre los dos países. Estas historias giraron en torno a dos ejes. El primero, el eje democrático y occidental, cuya defensa Israel constituía la ciudadela asediada del Occidente liberal. El segundo eje fue religioso, porque una parte del evangelicalismo estadounidense siempre ha visto en el diseño sionista la potencial realización de escatologías milenaristas.

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Esta posición adquirió una influencia significativa en Estados Unidos a partir de la década de 1970, cuando muchos componentes de este evangelicalismo se estructuraron en grupos de presión republicanos de derecha, se despojaron de su antisemitismo y adoptaron una posición de apoyo total a Israel. En algunas manifestaciones extremas, este cambio se ha traducido en un sionismo cristiano que vincula las guerras de Israel con las categorías de su profecía apocalíptica. En términos más generales, ayudó a consolidar (y marcar políticamente) las relaciones entre Israel y Estados Unidos.

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