El saldo de la peor catástrofe climática de la historia de Rio Grande do Sul, importante estado agrícola, sigue aumentando: 90 muertos, 131 desaparecidos y 362 heridos, según el último informe de la Defensa Civil publicado el martes al mediodía.
En Porto Alegre, la capital regional, y en cerca de 400 localidades, más de 156.000 personas tuvieron que abandonar sus hogares debido a la impresionante subida de las aguas provocada por el mal tiempo durante la última semana.
Cargamentos de ayuda y donaciones de todo el país aterrizaron el martes en la metrópoli, donde “la necesidad más urgente es el agua”, afirmó en rueda de prensa Sabrina Ribas, de Defensa Civil.
“Estoy agotada. Dios me libre de quedarme sin agua”, dijo a la AFP Elizabeth, de 67 años, mientras llenaba cubos en uno de los pocos grifos disponibles en la localidad de Alvorada, al oeste de Porto Alegre.
Sólo una de las seis plantas de tratamiento de agua está funcionando y los hospitales y centros de alojamiento cuentan con camiones cisterna, informó el ayuntamiento de la capital, tras haber decretado el racionamiento del agua.
“No hay previsión de que el sistema vuelva a la normalidad”, reconoció el municipio.
Las autoridades también están intentando garantizar el suministro en otros municipios gravemente afectados.
El ballet de helicópteros es incesante para proporcionar agua y alimentos, “especialmente en las zonas más afectadas”, mientras trabajamos “intensamente para despejar las carreteras”, detalló el responsable de la Defensa Civil.
El presidente Luiz Inácio Lula da Silva anunció que el martes “comenzarán a liberarse fondos de emergencia” para “primeros auxilios”.
Aunque aún no se ha evaluado plenamente la magnitud de los daños causados por las aguas, Lula reiteró que “no faltarán medios para atender las necesidades de Rio Grande do Sul”.
Unos 15.000 soldados, bomberos, policías y voluntarios están movilizados para rescatar a las víctimas.
Países como Uruguay y Argentina, vecinos de Rio Grande do Sul, han proporcionado o puesto a disposición equipos de socorro y personal especializado.
Mientras se suceden escenas de desolación por todas partes, las previsiones meteorológicas son preocupantes.
El Instituto Nacional de Meteorología (Inmet) pronostica condiciones meteorológicas severas que representarán “gran peligro” en el extremo sur del estado hasta el miércoles, con lluvias superiores a 100 mm, vientos y posiblemente granizo, en esta zona hasta ahora bastante preservada.
También se esperan lluvias en el centro y norte del estado, que hacia finales de semana podrían empeorar y “perjudicar las operaciones de socorro”, advirtió la meteoróloga Catia Valente.
El río Guaiba, que atraviesa Porto Alegre y su región, alcanzó el martes 5,27 metros, un nivel todavía histórico.
Imágenes de satélite tomadas el lunes y difundidas por el sitio especializado MetSul dieron una idea de la magnitud del desastre.
“Las inundaciones cambiaron el mapa de la región metropolitana” de Porto Alegre, afirmó MetSul.
El cauce del río Jacuí, uno de los más importantes del estado, se ha ensanchado de manera “increíble”, agregó el sitio. Sin embargo, los ríos Taquari y Cai, que habían alcanzado niveles récord en los últimos días, están “decreciendo continuamente”.
Pero el descenso en el valle de Taquari, una de las zonas más afectadas, reveló un espectáculo de desolación: por todas partes había casas inhabitables, calles cubiertas de barro y vehículos volcados.
En este caos, la mención de robos en el interior de casas evacuadas añade más tensión.
En el centro de Porto Alegre, las fuerzas de seguridad detuvieron a dos presuntos ladrones, que escaparon por poco de ser linchados, constató el lunes un fotógrafo de la AFP.
Las autoridades locales dicen que están trabajando para “garantizar” la seguridad, pero también para luchar contra la difusión de “noticias falsas” sobre la tragedia, que complica aún más el trabajo de los socorristas.
