“Para proteger nuestro planeta, debemos transformar la forma en que producimos y consumimos alimentos”, dijo el Director Gerente del Banco Mundial, Axel van Trotsenburg, en el prefacio de un informe publicado el lunes.
El sector agroalimentario aporta “casi un tercio de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero”, o “más que todas las emisiones mundiales de calefacción y electricidad”, detalla el Banco Mundial.
“Acciones asequibles y fácilmente disponibles”
El informe dice que el sector agroalimentario representa una “gran oportunidad” para reducir las emisiones globales en casi un tercio a través de “medidas asequibles y fácilmente disponibles”, e insta a los países a invertir más.
Los beneficios de tales inversiones “superan con creces los costos”, y el Banco Mundial estima que las inversiones necesarias para reducir a la mitad estas emisiones para 2030 y alcanzar emisiones netas cero para 2050 son 260 mil millones de dólares por año.
“El doble de esta suma se gasta cada año en subvenciones agrícolas, muchas de las cuales perjudican el medio ambiente”, subraya la institución, que pide repensarlas para financiar parte de las inversiones necesarias.
Los beneficios, a cambio, ascenderían a unos 4.000 millones de dólares, vinculados, además de menores emisiones, a la mejora de la salud humana, la seguridad alimentaria y nutricional, el empleo y los beneficios de una mejor calidad para los agricultores.
Prácticas de reproducción con bajas emisiones
Los países de ingresos medios, que producen dos tercios de las emisiones de gases de efecto invernadero del sector agroalimentario, deberían, según el Banco Mundial, considerar prácticas ganaderas bajas en emisiones y utilizar la tierra de manera más sostenible.
“Simplemente cambiar la forma en que los países de ingresos medios utilizan la tierra (…) puede reducir las emisiones agroalimentarias en un tercio para 2030”, afirmó Axel van Trotsenburg.
En cuanto a los países ricos, el Banco Mundial les pide que lideren el camino: “pueden reducir las emisiones de energía, ayudar a los países en desarrollo en su transición hacia bajas emisiones y promover alimentos bajos en emisiones”.
Pero también “influir en el consumo reorientando los subsidios a las carnes rojas y los productos lácteos hacia alimentos bajos en emisiones, como las aves o las frutas y verduras”.
El Banco Mundial finalmente alienta a los países de bajos ingresos a no repetir los errores pasados de los más ricos, evitando “construir infraestructuras de altas emisiones que los países de altos ingresos ahora deben reemplazar”.
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