[EDITO] Pero ¿qué hacía Ursula von der Leyen en la reunión franco-china?

[EDITO] Pero ¿qué hacía Ursula von der Leyen en la reunión franco-china?
[EDITO] Pero ¿qué hacía Ursula von der Leyen en la reunión franco-china?
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Emmanuel Macron recibirá este lunes a Xi Jinping en el Elíseo para una reunión franco-china. En última instancia, fue una reunión chino-europea, con una invitada sorpresa notable y notable: Ursula von der Leyen.

Como si Francia ya no pudiera hablar sola con China. Como si el presidente de nuestro país no fuera un interlocutor adecuado para el presidente chino. Como si su N+1 fuera necesario para impresionar al distinguido invitado. Esto dice mucho de la mala idea que Emmanuel Macron tiene de su función y del lugar geopolítico de Francia en 2024. Esta llamativa presencia dio mucho que hablar en las redes sociales y reconcilió por un momento a toda la oposición.

Hay que decir que Ursula von der Leyen -que lleva, por desgracia, el primer nombre de la monstruosa bruja en La Sirenita de Walt Disney- se ha convertido en la encarnación de la Unión Europea, con todo lo que hoy nos parece detestable: imperiosa e impuesta (sin haber sido elegida), autoritaria, maestra, falsamente atractiva, alemana, fría, desconectada, de la elite… . La sirenita Francia, atrapada en su red, queda paralizada y ya no tiene voz.

Esta “acompañamiento” oficial suena como una marcha subrepticia más hacia la Europa federal. Para nadie es un misterio que a Emmanuel Macron el traje de Francia le parece escaso. Hay alcaldes de los que decimos que se sienten hacinados en su ciudad y que les gustaría ver un destino nacional. Está apretado en su país y sueña con un destino supranacional. Sólo se siente verdaderamente cómodo dentro del marco europeo. “Parece que te importa caminar en el barro, parece que te importa cenar con nosotros”, cantó Michel Delpech. No es Loir-et-Cher sino Francia. Y Emmanuel Macron sin duda juzga en su corazón, diga lo que diga, menos fascistas que paletos a los votantes del RN o de la Reconquista aferrados a su bandera tricolor como un percebe a su roca.

La palabra “Europa federal” es tabú porque asusta a los franceses. Ya en 1962, Raymond Aron hablaba de “federalismo clandestino”. Pero sentimos, en lo profundo del corazón de Emmanuel Macron, el mismo sentimiento secreto que alimenta Gambetta hacia Alsacia Lorena: “Piensa siempre en ello, nunca hables de ello”. La expresión “soberanía europea” es una forma modesta de evocarla sin señalarla. En la Sorbona, dos veces, en 2017 y en 2024, Emmanuel Macron celebró esta soberanía europea. Su amplio discurso guardaba un sorprendente parecido con la predicación de un exaltado teleevangélico que había olvidado su reloj, prueba del carácter sagrado y cuasi religioso que esta soberanía europea tiene para él.

Emmanuel Macron siempre ha tenido el tropismo de un niño precoz y bien cuidado que sube la escalera antes que los demás -incluido el poder judicial supremo- y produce ensayos con bordes dorados. También ha conservado un campo léxico anticuado y precioso de Pitufo con gafas: “ chicayá, galimatías y Perlimpinpin, Te daré mi billete, el intermediario, reparar la fachada » o ” croquignolesco ». A estos niños sólo les gusta estar en compañía de adultos. Desprecian a sus compañeros a quienes no consideran interesantes ni acordes con ellos. Hoy en día, ya no desprecia a sus pares, sino a su pueblo, prefiriendo a los grandes de este mundo. Excepto que el pueblo vota, para elecciones mucho más importantes que las del delegado en CM2, y que la profesora altiva y rubia con la que está engatusando escandalosamente no salvará el día si él (o su partido) les lleva una chaqueta a los europeos.

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