Se trata de una encuesta realizada por el instituto de la Región Parisina y cuyos resultados se publicaron hace unos días. Lo que llamó especialmente la atención fue el hecho de que los parisinos utilizan más la bicicleta que el coche para desplazarse por el interior de París. Y no es una distancia corta: el 11,2% de los desplazamientos se harían sobre dos ruedas frente al 4,3% en coche. Esto demuestra sin duda la eficacia de políticas publicas para dar más espacio a la bicicleta, ante todo el impulso de la mayoría municipal de Ana Hidalgo.
Esta es una buena noticia para hacer que la ciudad de la luz sea más habitable”.
Pero también están los efectos del Covid, las molestias en determinados transportes públicos y las dificultades que encuentran los automovilistas a la hora de circular por la capital. Por tanto, los parisinos son pragmáticos a la hora de desplazarse, principalmente a pie (53,5%) y en transporte público (30%). En cuanto a los habitantes de las afueras, no tienen otra opción, prefieren el coche y lo entendemos.
Pero no hay que matizar más de lo necesario porque es buenas noticias para hacer la ciudad de la luz más habitable, menos ruidoso, menos contaminado también. Queda un tema que esta encuesta no aborda: la convivencia entre diferentes modos de transporte, en particular la relación coche-bicicleta. No hace falta un gran estudio para ver que no es sencillo y que algunas personas siempre están convencidas de que es culpa de otras. Aliviar la culpa tanto de los ciclistas como de los automovilistas a nivel cultural sería un buen punto de partida, pero esto no se puede decretar. Que todo el mundo respete escrupulosamente el código de circulación también ayudaría sin duda, pero de momento no está ahí.
Ojalá los próximos grandes pasos en la transición hacia una movilidad más sostenible en París y en la Región se tendrá en cuenta la importancia de esta convivencia sin la cual existe el riesgo real de que, ante la más mínima alternancia política, demos un paso atrás indeseable.
