Por sorprendente y dramática que haya sido, y realmente lo fue, la eliminación de Hassan Nasrallah el viernes no marca el fin de Hezbollah. En los días posteriores al ataque aéreo masivo de Israel contra su cuartel general subterráneo en Beirut, el grupo terrorista libanés continuó lanzando cohetes y aviones no tripulados a diario hacia el norte de Israel.
Todavía tiene decenas de miles de cohetes y misiles apuntando al territorio israelí, y miles de sus fuerzas de élite Radwan permanecen en la frontera, listas para recibir órdenes de invadir Israel. Hezbollah conserva su dominio sobre el sistema político libanés. Su facción parlamentaria sigue bloqueando la elección de un nuevo presidente en el Líbano (¿por cuánto tiempo?) y su canal de televisión Al-Manar sigue incitando a una guerra religiosa contra Israel y Occidente. Sin embargo, la muerte de Nasrallah realmente marca el fin de Hezbollah tal como lo conocíamos.
Muchos se preguntan actualmente quién pronunciará el panegírico de Nasrallah. Parece que la pregunta es más que una simple broma.
Durante las últimas tres décadas, como su líder indiscutible, “Samehto” (como lo conocen sus seguidores, que significa “el honorable”) ha moldeado a Hezbollah a su imagen. El fuerte apego a las tradiciones chiítas, la adhesión leal a las “ecuaciones” militares y los ardientes sermones regulares son el resultado de la estrategia de Nasrallah de implacable radicalismo y malevolencia, tanto interna como externamente. La eliminación en 2008 del líder militar de Hezbollah, Imad Mughniya, en un ataque con coche bomba israelí en Siria, llevó a Nasrallah a consolidar aún más su autoridad.
Muchos se preguntan actualmente quién pronunciará el panegírico de Nasrallah. Parece que la pregunta es más que una simple broma. El nombre que más surge para suceder a Nasrallah es el del jefe del consejo ejecutivo de Hezbollah y sobrino de “Samehto”, Hashem Safieddine. El hombre parece cumplir todos los requisitos. Proviene de una buena familia y está casado con la hija del ex comandante de la Fuerza Quds de la Guardia Revolucionaria, Qassem Soleimani. Es libanés pero tiene estrechos vínculos con Irán. Es un clérigo chiíta con un fuerte perfil público.
Sin embargo, no es seguro que siga vivo. Se cree que Safieddine asistió a la reunión en la que fueron asesinados Nasrallah y el principal comandante militar de Hezbollah, Ali Karaki. Después del ataque, Safieddine publicó en su cuenta Twitter/X que estaba vivo y bien. El segundo de Safieddine, Nabil Qaouk, fue eliminado en otro ataque aéreo israelí contra el bastión de Hezbolá en el barrio Dahiya de Beirut el sábado. Pero ni Safieddine ni Qouk podrían haber reemplazado a Nasrallah. Y hasta que Safieddine aparezca en público, no sabemos quién lo hará.
Un sucesor partidario del Líbano podría ser lo suficientemente independiente como para decidir que es hora de que Hezbollah retire sus fuerzas de la frontera y se vaya.
Quienquiera que termine convirtiéndose en el próximo líder de Hezbolá determinará el camino que tome el representante iraní de aquí en adelante… Si podrá recuperarse de los desastrosos últimos quince días. Un sucesor partidario del Líbano podría ser lo suficientemente independiente como para decidir que es hora de que Hezbolá reduzca sus pérdidas, retire sus fuerzas de la frontera y se vaya. Bajo Nasrallah, esto habría sido impensable. Con alguien más a cargo, esa es al menos una posibilidad. La otra opción es que Irán “lance en paracaídas” a uno de sus propios funcionarios, acercándolo así a Teherán y completando su toma de control de Hezbolá y de todo el Estado libanés. Es una decisión que moldeará el futuro de Hezbollah, el Líbano y la región en los años venideros.
