Huesos descubiertos en el centro de Alaska han sacado a la luz la relación entre humanos y caninos sería mayor de lo que pensábamos. Un descubrimiento cuyas conclusiones se publicaron el 4 de diciembre en la revista Avances científicoslo que retrasa dos milenios los primeros intentos de domesticar caninos en América del Norte, elevando así esta fecha a 12.000 años.
El mejor compañero del hombre estuvo así presente a nuestro lado en esta zona geográfica desde el Pleistoceno superior y sus duros depredadores, mucho antes de la aparición de la agricultura y la sedentarización. Por otro lado, en Eurasia, la evidencia de domesticaciones es generalmente incluso más antigua, hace unos 33.000 años, durante el Paleolítico superior.
Una convivencia ancestral escrita en los huesos
Estos resultados se obtuvieron a partir de análisis de biomarcadores (moléculas o compuestos biológicos) realizados en huesos de cánidos descubiertos en un antiguo campamento humano en Alaska. La marcada presencia de isótopos característicos del salmón en estos huesos sigue intrigando a los investigadores. Por tanto, estos cánidos consumían salmón, una particularidad dietética que no se corresponde con los hábitos naturales de los cánidos salvajes, que no suelen cazar peces.
Por lo tanto, la presencia de estos marcadores biológicos específicos indica intervención humana en la alimentación animal. Hipótesis que se ve reforzada por el descubrimiento en el lugar de herramientas vinculadas a la pesca, estableciendo un vínculo tangible entre las actividades humanas y la presencia del cánido.
Entre lobo y perro: las sutilezas de una transformación biológica
Los investigadores son especialmente cautelosos a la hora de clasificar a este animal, o al menos a lo que queda de él. Ben Potter, arqueólogo de la Universidad de Alaska Fairbanks, hace una pregunta aparentemente sencilla: “ ¿Qué es un perro? “. La respuesta a esto último no es fácil de formular. De hecho, los criterios que definen una perro giran en torno a tres ejes principales: su herencia genética, su morfología y sus comportamientos.
Los análisis genéticos realizados en los huesos demuestran que este cánido mostró diferencias notables con los perros modernoss. Su morfología ósea también difiere de los estándares caninos contemporáneos, lo que sugiere una forma intermedia entre el lobo salvaje y el perro doméstico. Una posición evolutiva particular, que representa un eslabón perdido en nuestra comprensión del proceso de domesticación. Ben Potter destaca la falta de datos suficientes sobre los orígenes de los perros y la naturaleza misma del proceso de domesticación, recordándonos que todavía estamos navegando en aguas en gran medida inexploradas.
El espécimen descubierto encarna así una etapa intermedia en el proceso de evolución hacia el perro doméstico. Aunque la evidencia apunta a la proximidad a los humanos y a una dieta controlada, los investigadores no pueden decir con certeza que se trate de un perro en el sentido moderno. La existencia de esta especie. entre los dos » nos recuerda por tanto que el proceso de evolución se produce por matices más que por saltos.
Domesticación: un proceso complejo y gradual
François Lanoë, antropólogo de la Universidad de Arizona, aporta una luz fundamental sobre este fenómeno: “ La transformación de un animal salvaje en animal doméstico es un proceso, no un evento “. Lo que Lanoë quiere decir es que la mutación de un animal salvaje en una forma doméstica es parte de una larga temporalidaddonde se entrelazan múltiples modificaciones biológicas y conductuales.
A nivel genético, las transformaciones se producen gradualmentea través de una serie de mutaciones que se acumulan a lo largo de generaciones. Estos cambios no sólo afectan la apariencia física del animal, sino también sus capacidades cognitivas y su comportamiento social.
La morfología evoluciona en paralelo, con cambios en la estructura ósea, los dientes e incluso el tamaño del cerebro. Las conductas, por su parte, se modifican en respuesta a la presión selectiva que ejerce la presencia humana, favoreciendo individuos más dóciles y receptivos a la interacción con los humanos.
Los investigadores observan en estos restos de Alaska las primeras etapas de una convivencia que transformaría de forma duradera tanto a humanos como a perros. Esta transformación se lleva a cabo según tres niveles distintos de interaccióncada uno de los cuales representa un grado creciente de interdependencia. El primer nivel, la simple proximidad espacial, se caracteriza por una coexistencia oportunista, donde los cánidos gravitan alrededor de campamentos humanos, atraídos por el desperdicio de alimentos.
La domesticación constituye el segundo nivel, caracterizado por una mayor tolerancia mutua e interacciones más regulares, sin que ello implique un control total de la reproducción. Finalmente, la domesticación misma representa la etapa final de este proceso, donde el hombre interviene deliberadamente en la selección de los animales reproductores, influyendo así directamente en la evolución de la especie.
Nuestro conocimiento de esta historia compartida entre el hombre y el canino. se enriquece hoy con una nueva página. Estos restos prueban que surgió una relación incipiente, donde el límite entre lo salvaje y lo manso comenzó a desvanecerseincluso sin poder hablar de domesticación en sentido estricto.
- Huesos en Alaska revelan que la domesticación de cánidos en América del Norte se remonta a 12.000 años.
- Los rastros de consumo de salmón y herramientas de pesca indican intervención humana en la dieta de los caninos.
- El ejemplar descubierto es una especie situada entre el lobo y el perro.
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