Recientemente, una niña de 12 años les contó a sus padres que había sido víctima de una violación en la escuela. Uno de sus compañeros de clase de 14 años supuestamente la atacó en el baño y la obligó a practicarle sexo oral, mientras la humillaba verbalmente. Según la adolescente, el atacante le dijo que la próxima vez quería “sexo real”. “Sabemos que es palabra contra palabra, pero conocemos a nuestra hija, le creemos”, confiesa la madre de la víctima. Ella presentó una denuncia el lunes. El presunto violador lo niega todo de plano.
Pero lo que más preocupa a los padres es la falta de reacción de la escuela. La gerencia probablemente no hizo nada para apoyar a la víctima. Los profesores no fueron informados de la situación. “Nadie preguntó nunca cómo estaba nuestra hija. La escuela no se preocupa por ella”. Padre y madre no tuvieron más remedio que sacar a su hijo del establecimiento: “El agresor sigue yendo allí como si nada. También sentimos lástima por él, porque probablemente esté en un gran problema”.
“Por supuesto, el rector responsable nos informó inmediatamente del incidente”, asegura Katrin Birchler, subdirectora de los servicios centrales del departamento de educación obligatoria de Lucerna. El Ministerio Público confirma haber recibido una denuncia y precisa que “se encuentran en curso diversas investigaciones”.
Por su parte, la víctima “está mejor”, asegura la madre. Está claro que un acto así deja secuelas: “Queríamos permitirle someterse a terapia, pero todos los hospitales psiquiátricos para niños están saturados”. Pero la madre quiere seguir siendo optimista: “Ha encontrado buenos amigos en su nueva escuela”.
