Tan prácticas como efectivas para eliminar todo tipo de suciedad, las esponjas de magia blanca han invadido nuestros hogares. Pero encierran un peligro real, según los científicos, que recomiendan no seguir utilizándolos.
En los últimos años, las esponjas y otros borradores “mágicos” se han vuelto imprescindibles para la limpieza del hogar. Hay que reconocer que estos productos tan accesibles (cuestan menos de 2 euros en grandes marcas como Mr Propre o Scotch Brite y unos céntimos en Action o Amazon) son extremadamente eficaces contra las manchas y otras suciedades rebeldes. Sin embargo, a pesar de sus innegables cualidades, estas famosas esponjas blancas esconden un peligro insospechado que recientes estudios han sacado a la luz.
Las esponjas mágicas están hechas de espuma de melamina, un plástico duro pero liviano. Esta espuma es abrasiva, lo que permite una limpieza sin productos químicos. El problema es que cada vez que frotas con estas esponjas, se descomponen en partículas diminutas. Estos microplásticos se dispersan por el medio ambiente, pasando por los filtros de las plantas de tratamiento de aguas residuales y llegando a nuestros ríos, lagos y océanos.
Investigadores de la Universidad de Nanjing en China publicaron recientemente un estudio en la revista Environmental Science & Technology, donde compararon la liberación de microplásticos de diferentes marcas de esponjas mágicas. Descubrieron que las hechas de espuma más densa se desgastaban menos rápidamente y producían menos fibras microplásticas que las esponjas menos densas. Sin embargo, incluso las esponjas de mejor calidad liberan estas partículas nocivas.
Estos microplásticos suponen riesgos para la salud humana. Una vez en el agua, pueden ser ingeridos por peces y otros organismos acuáticos y, finalmente, ascender en la cadena alimentaria hasta llegar a nosotros. Los microplásticos suelen contener sustancias químicas que alteran el sistema hormonal. Estas alteraciones pueden aumentar el riesgo de sufrir trastornos reproductivos y ciertos cánceres. Además, los microplásticos pueden transportar sustancias tóxicas como metales pesados.
Para limitar estos riesgos, es fundamental buscar alternativas a las esponjas mágicas. Las esponjas naturales, hechas de celulosa o lufa, son biodegradables y no liberan microplásticos. Los paños de microfibra, aunque están hechos de plástico, son duraderos y desprenden menos fibras que las esponjas de melamina. Otra opción viable es utilizar cepillos de limpieza con cerdas naturales o sintéticas. Por último, las soluciones de limpieza caseras que utilizan bicarbonato de sodio y vinagre son eficaces y respetuosas con el medio ambiente.
Reduciendo nuestro uso diario de plástico y optando por productos reutilizables y sostenibles, podemos reducir nuestra huella plástica y proteger nuestra salud y la de nuestro planeta. Cambiar nuestros hábitos de limpieza puede parecer un acto pequeño, pero puede tener un impacto significativo. Además, antes de coger tu esponja mágica, piensa en las alternativas. ¡No sólo son mejores para el planeta, sino también para ti!
