Satélite EarthCARE listo para despegar para explorar las nubes

Satélite EarthCARE listo para despegar para explorar las nubes
Satélite EarthCARE listo para despegar para explorar las nubes
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¿Sombrillas o fundas? El satélite EarthCARE explorará las nubes desde todos los ángulos para comprender mejor su papel en el cambio climático, con sus efectos a veces de enfriamiento y a veces de calentamiento.

La misión “pionera” de la Agencia Espacial Europea (ESA), en colaboración con la agencia japonesa Jaxa, despegará el martes desde la base californiana de Vandenberg (Estados Unidos) a bordo de un cohete Space X Falcon 9.

El satélite de 2,2 toneladas diseñado por Airbus operará a 400 kilómetros sobre la Tierra para proporcionar un perfil completo de las nubes. “Son uno de los principales contribuyentes al cambio climático y uno de los que menos conocemos”, explica a la AFP Dominique Gilliéron, jefe del departamento de proyectos de observación de la Tierra de la ESA.

Cúmulos, cirros, cumulonimbus… las nubes son “objetos complejos y no homogéneos” cuya composición varía en función de la altitud donde se encuentran en la troposfera, la capa más baja de la atmósfera, que se extiende desde los 8 km por encima de los polos hasta A 18 kilómetros sobre el ecuador, explica el ingeniero.

Por tanto, actúan de forma diferente sobre el clima en función de su altitud. Algunas, como los cúmulos, formadas por vapor de agua situado bastante bajo, funcionan como una sombrilla: muy blancas y muy brillantes, reflejan la radiación del Sol hacia el espacio – efecto llamado albedo – y enfrían la atmósfera.

Otras, como los cirros de gran altitud, compuestos de hielo -nubes muy finas cuyo fino velo se puede ver desde un avión-, por el contrario, dejan pasar la radiación solar, que calienta la Tierra. Este último reemite radiación térmica que “los cirros captarán y mantendrán el calor, como una manta de supervivencia”, explicó Dominique Gilliéron durante una rueda de prensa.

De ahí la importancia de evaluar la naturaleza de las nubes en función de la altitud diseccionando su estructura vertical, algo que ningún satélite ha hecho hasta ahora, subraya Simonetta Cheli, directora de los programas de observación de la Tierra de la ESA.

Los dos instrumentos “activos” de EarthCARE enviarán su luz hacia las nubes y calcularán cuánto tiempo tardará en regresar. Una duración más o menos larga según si la luz proviene de la parte inferior o superior de la capa de nubes.

“Ver a través de”

Lidar (“detección y alcance de imágenes por láser”) emitirá luz ultravioleta para estudiar las nubes finas a gran altitud y trazar aerosoles: partículas diminutas (polvo, polen, contaminantes humanos como cenizas de combustión, etc.) que son “precursoras” de las nubes, describe Dominique Gilliéron.

El radar podrá “ver a través” de las capas opacas de nubes para determinar su composición de agua sólida (en forma de gotas). Al igual que los radares de carretera, el instrumento cambiará de frecuencia dependiendo de la velocidad de las nubes para seguir sus movimientos en la atmósfera.

EarthCare también está equipado con un generador de imágenes multiespectral, que proporcionará información sobre la forma de las nubes, y un radiómetro para medir su temperatura.

De este modo, por primera vez, todos los parámetros físicos de las nubes se medirán debajo del satélite simultáneamente.

Información “muy esperada”, según la ESA, por la comunidad científica, que busca “recalibrar” sus modelos climáticos para evaluar el equilibrio radiativo de la Tierra, es decir, el equilibrio entre las radiaciones que nuestro planeta recibe del Sol y las que emite. .

Con la idea de predecir “si el efecto actual de las nubes, que actualmente son más bien refrescantes – la sombrilla prevalece sobre la cubierta -, se fortalecerá o debilitará”, desarrolla Dominique Gilliéron.

Una evolución que resulta tanto más incierta cuanto que el calentamiento global está modificando la distribución de las nubes.

“EarthCARE se lanza en un momento aún más importante que cuando se concibió, en 2004”, señala Simonetta Cheli.

La misión europea, prevista para tres años, toma el relevo de los satélites CloudSat y CALIPSO de la NASA.

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