Un ex jockey paralítico encuentra esperanza gracias a un exoesqueleto. Michael Straight, después de un accidente mientras montaba a caballo, pudo volver a caminar con un exoesqueleto ReWalk Personal, valorado en 100.000 dólares.
Este revolucionario dispositivo le permitió caminar más de 371.000 pasoslo que devolvió cierta apariencia de normalidad a su vida. Pero lo que parecía un milagro tecnológico rápidamente se convirtió en una pesadilla.
El exoesqueleto de Michael dejó de funcionar debido a una simple pieza defectuosa. Se ha soltado un cable de la pila del reloj que controla el dispositivo. Este fallo dejó todo el sistema inutilizable. Michael se puso en contacto inmediatamente con el fabricante, Lifeward, para realizar una reparación. Pero la respuesta de la empresa fue impactante: el exoesqueleto se considera obsoletoporque tenía más de cinco años.
Esta respuesta sumió a Michael en una situación desesperada. Había invertido una suma enorme en este dispositivo y hacía diez años que hacía fisioterapia. Todavía, Lifeward se negó a reparar una simple falla de la bateríalo que puso su movilidad en suspenso. Según Michael, las razones dadas por la empresa son sólo excusas para maximizar gananciasen detrimento de los usuarios de estas tecnologías.
Un problema generalizado en la industria médica
Lamentablemente, la historia de Michael no es única. Muchos pacientes que utilizan tecnologías médicas avanzadas se encuentran en situaciones similares. Estos dispositivos, que literalmente cambian vidas, también los hacen Totalmente dependiente de los fabricantes.. Algunos luchan por reparar sus dispositivos, mientras que otros, como pacientes que usan ojos biónicosperdieron la vista cuando el fabricante dejó de respaldar la tecnología.
Una de las razones de esta dependencia es la ausencia de una legislación estricta sobre el derecho a reparar. Actualmente, los fabricantes no están obligados a compartir piezas, herramientas o información necesaria para las reparaciones. Esta práctica, común en la industria tecnológica con empresas como Apple, ahora se extiende al campo médico. Esto crea una situación en la que los pacientes deben gastar sumas astronómicas para reparaciones menores o aprender a reparar sus dispositivos ellos mismos.
Afortunadamente, después una feroz campaña mediáticaMichael finalmente ganó su caso. Movilizó a los medios locales, apareció en publicaciones comerciales y obtuvo un amplio apoyo en las redes sociales. Es gracias a esta presión pública que Lifeward finalmente aceptó reparar su exoesqueleto. Así, pudo recuperar su movilidad.
La historia de Michael Straight destaca un problema alarmante en el mundo de los dispositivos médicos. Estos dispositivos, generalmente caros, rápidamente quedan obsoletos sin la ayuda de los fabricantes, que priorizar sus propios intereses financieros. Por lo tanto, es crucial establecer leyes sobre el derecho a reparar para evitar que otros se encuentren en la misma situación. Sin él, muchas personas seguirán privadas de las tecnologías que les dan esperanza y autonomía.
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