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En un artículo reciente, más de 20 expertos en salud pública piden medidas urgentes para proteger a los niños de los peligros de las sustancias químicas. Su estudio destaca los preocupantes vínculos entre la exposición de los jóvenes a estas sustancias y el aumento de las enfermedades infantiles. Según ellos, es imperativo cambiar las leyes y reestructurar una industria química y del plástico que, durante demasiado tiempo, ha priorizado los beneficios en detrimento de la salud pública, en particular la de los niños.
Un metaanálisis de 1.700 estudios mostró anteriormente que 5,4 millones de enfermedades coronarias estaban relacionadas con la exposición al bisfenol A (BPA), mientras que 164.000 muertes se atribuyeron al DEHP (ftalato de di-2-etilhexilo). Los investigadores detrás de este metaanálisis también advierten contra varios químicos integrados en los plásticos, sospechosos de ser particularmente peligrosos.
Recientemente, en un estudio publicado en la revista Revista de medicina de Nueva Inglaterraun consorcio de más de 20 eminentes especialistas, entre ellos expertos de la Agencia de Protección Ambiental de EE.UU. (EPA) y de las Naciones Unidas, examinaron las amenazas que representan estas sustancias para la salud de los niños. “Documento pide un mayor compromiso con la salud infantil“, dice Linda Birnbaum, ex directora del Instituto Nacional de Ciencias de la Salud Ambiental de EE. UU. y coautora del estudio, en una entrevista con The Guardian.
Aumento significativo de los efectos nocivos de la exposición a sustancias químicas
Los niños son particularmente vulnerables a la exposición a sustancias químicas, señalan los investigadores. El plomo, todavía presente en determinados juguetes, puede provocar trastornos cognitivos y de conducta; el mercurio, utilizado en diversos productos industriales, compromete su desarrollo neurológico; El cadmio, por su parte, provoca disfunción renal. Además de estos metales pesados, otras sustancias, como los pesticidas, el bisfenol A (BPA), los ftalatos y los parabenos, afectan gravemente al sistema endocrino de los niños.
Los hallazgos del estudio son claros: durante las últimas cinco décadas, los efectos nocivos de la exposición a productos químicos y plásticos en la salud de los niños han aumentado significativamente. En Estados Unidos, el asma pediátrica se ha triplicado, mientras que la incidencia de cánceres infantiles ha aumentado un 35%. Además, hoy en día uno de cada seis niños sufre trastornos del desarrollo neurológico y a 1 de cada 36 se le diagnostica un trastorno del espectro autista. Las enfermedades no transmisibles relacionadas con las sustancias químicas se han convertido, según los autores, en la principal causa de mortalidad infantil.
“La inacción ya no es una opción”
Según el consorcio, la producción mundial de productos químicos sintéticos, que actualmente incluye 350.000 productos, se ha multiplicado por 50 desde 1950. Esta cifra aumenta un 3% cada año y se espera que se triplique de aquí a 2050.La evidencia es tan abrumadora y los efectos de los productos químicos fabricados son tan perjudiciales para los niños que la inacción ya no es una opción.», alerta Daniele Mandrioli, director del Centro de Investigación del Cáncer Cesare Maltoni, del Instituto Ramazzini de Italia, y coautor del estudio.
El informe critica también la legislación estadounidense, en particular la Ley de Control de Sustancias Tóxicas de 1977 (TSCA) y sus modificaciones, consideradas ineficaces. Aunque fue diseñado para proteger al público de “riesgos irrazonables” de los productos químicos, la Agencia de Protección Ambiental no tendría los medios para lograr este objetivo.
«Los peligros identificados fueron minimizados o ignorados, y los productos químicos responsables se permitieron sin restricciones o con restricciones insuficientes.», escriben los investigadores en su documento. En Europa, aunque las regulaciones son más estrictas, siguen siendo, según ellos, insuficientes para proteger a los niños de una exposición masiva a estas sustancias.
Los autores del estudio piden un cambio de paradigma: probar rigurosamente cada producto químico antes de comercializarlo. “Cada sustancia debe considerarse inocente sólo después de que se haya demostrado que no representa ningún peligro para los niños.“, insiste Phil Landrigan, director del Programa para la Salud Pública Global y el Bien Común del Boston College.
Finalmente, los investigadores recomiendan una revisión de las leyes que rigen la industria química, acompañada de un acuerdo global que obligue a los fabricantes a revelar los riesgos asociados a sus productos. Para apoyar estas reformas, fundaron el Instituto de Salud Preventiva, encargado de promover la investigación y la financiación de soluciones innovadoras.