Después de varios meses de debates, el 17 de diciembre todas las partes interesadas firmaron la nueva versión de la Carta Alimentaria de ARCOM: asociaciones de enfermos y de consumidores, representantes de la industria agroalimentaria, agencias de publicidad, anunciantes, plataformas digitales, etc. Sin embargo, esto es sólo el comienzo.
Puntos positivos
Finalmente ! Los debates en torno a la nueva Carta Alimentaria, un compromiso colectivo voluntario cuyo objetivo es promover dietas más saludables, en particular entre los jóvenes, han tenido éxito y se están materializando con la firma de todas las partes interesadas. Este progreso fue posible gracias a la movilización de la sociedad civil, cuyo papel fue crucial al reunir en torno a una misma mesa a actores con ambiciones y diseños muy diferentes, incluso contradictorios.
Las enfermedades crónicas constituyen un importante problema de salud pública: cáncer (3,4 millones de personas cubiertas por el Seguro de Salud en 2021), enfermedades cardiovasculares (5,3 millones), diabetes (4,3 millones) e incluso obesidad (10 millones). Estas patologías, estrechamente ligadas a la alimentación, son hoy responsables del 80% de las muertes prematuras por enfermedades no transmisibles. Desde hace años, las alertas se suceden: la Organización Mundial de la Salud, informes parlamentarios, estudios asociativos, todos abogan inequívocamente por una regulación de la publicidad en favor de los productos alimenticios considerados nocivos para los consumidores. Ya nadie lo ignora: el impacto negativo de este marketing en la salud, especialmente de los más jóvenes, está demostrado. La nueva carta debe responder absolutamente a los desafíos que enfrentan nuestras sociedades. Éste es el verdadero propósito de esta carta que nos une colectivamente.
Bienvenidos desarrollos
En este sentido, la adhesión de las plataformas digitales a esta nueva carta constituye una ventaja importante. Su lugar central en la vida de los jóvenes hizo necesario su compromiso, tanto para la evolución de los contenidos publicitarios, como para la regulación equitativa de los diferentes emisores publicitarios (medios tradicionales y plataformas digitales) y para la promoción de prácticas alimentarias responsables. Esperamos de ellos acciones concretas y mensurables: es hora de que estos actores, a menudo señalados por su papel en la difusión de contenidos nocivos, asuman plenamente sus responsabilidades.
Otra gran novedad que acogemos con satisfacción: esta Carta está destinada a evolucionar. Un comité de seguimiento se reunirá cada seis meses para evaluar los avances, abordar las dificultades encontradas y aclarar los compromisos. Su trabajo debe basarse en conclusiones objetivas:
- Las alarmantes cifras de enfermedades ligadas a la mala alimentación;
- El impacto económico de estas enfermedades en la Seguridad Social;
- Análisis de prácticas en medios y redes sociales, particularmente en materia de publicidad y visualización de puntuaciones nutricionales (Nutri-Score).
Por primera vez, el Ministerio de Salud y la Delegación de la Información y la Comunicación (DICOM) se suman a este enfoque firmando la carta y comprometiéndose a participar en el seguimiento de su aplicación, lo que supone un avance significativo respecto a la versión anterior. Es un aliado adicional y un apoyo valioso para garantizar que las ambiciones de este texto se traduzcan en resultados concretos y duraderos.
¿La última oportunidad?
Nuestra atención también se centrará en los compromisos asumidos por la industria agroalimentaria, representada por la Asociación Nacional de Industrias Alimentarias (ANIA) y la Unión de Marcas. Sus compromisos anteriores han sido insuficientes. Ya no están presentes la referencia a la responsabilidad individual de los padres en la elección de los productos, a la educación de los niños para negar el peso y el impacto de las estrategias de marketing, a su falta de responsabilidad en la evolución de los productos alimenticios, con la promoción de productos de menor calidad. Posiciones aceptables. Reducir la incidencia de patologías crónicas, un importante problema de salud pública, debe ser una de sus prioridades. Esto debe lograrse mediante una reducción drástica de las promociones realizadas en favor de productos de baja calidad nutricional, mediante la visualización del Nutri-Score en los contenidos publicitarios y una reducción de la presión comercial ejercida sobre el público más joven. En el contexto de crisis que atraviesa nuestro sistema sanitario y de cobertura pública de los costes sanitarios, ya no es tolerable que los beneficios económicos de los actores privados suplanten los intereses generales de la salud pública, la salud de los más desfavorecidos y la supervivencia. de nuestro sistema de protección social tras la explosión de los costes relacionados con las enfermedades crónicas que generan.
Si esta nueva carta parece contar con las mejores intenciones, nosotros, asociaciones de defensa de los enfermos y de los consumidores, permaneceremos alerta. En caso de incumplimiento de los compromisos adquiridos (menor exposición de los jóvenes a la comida chatarra, mejor información nutricional para los consumidores, etc.), exigiremos a las autoridades públicas una regulación reglamentaria y legislativa estricta, para imponer una obligación de Los resultados que este incentivo no hubieran permitido alcanzar. Sería inaceptable que las acciones defendidas por ARCOM, a través de esta nueva carta firmada por el Ministerio de Salud, siguieran siendo ineficaces ante la magnitud de los desafíos de salud pública.
No permitamos que persista un modelo que genera enfermedades crónicas y representa una carga tanto para los franceses como para nuestro sistema sanitario y corre el riesgo de llevar a la quiebra nuestro sistema de protección social.