En el verano de 2022, los ojos de Quebec estaban fijos en Rouyn-Noranda. Donde se negociaba el próximo derecho de la Fundición Horne a contaminar. Esta ciudad se convirtió en el escenario de la crisis del arsénico.
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Ahora se está escribiendo el segundo volumen de esta saga. No está sucediendo a la sombra de las eternas chimeneas, sino bajo la propia fundición. Donde todavía se encuentra el primer depósito de oro de Edmund Horne. Ahora codiciado por lo que queda de él.
Arruinando los tratamientos
El BAPE tuvo lugar. Todas las partes interesadas han presentado sus argumentos. Recientemente, el Departamento de Salud Pública de Abitibi-Témiscamingue ha aportado su granito de arena. De hecho, un auténtico menhir.
Una mina se alimenta mediante voladuras. La explosión de rocas a miles de metros bajo tierra para extraer su oro hace que el suelo vibre, incluso tiemble cada vez más a menudo. Y eso es incompatible con los tratamientos contra el cáncer que requieren equipos ajustados al milímetro. De lo contrario, se podrían irradiar los órganos correctos. Sólo eso.
Sin embargo, resulta que el flamante centro oncológico, en pleno funcionamiento desde el pasado mes de junio, se encuentra encima de esta futura mina. Un centro para tratar al mundo en la región, obtenido después de años de movilización y tiempo de viaje para pacientes que debían viajar a Montreal para recibir tratamientos.
El or inutil
¿Pero para qué sirve el oro? El 93% del metal precioso, cuya extracción es tan costosa y requiere mucha energía, no sirve para nada. Se transforma en joyas para adornar las muñecas, en lingotes que se guardan en las cajas fuertes de los bancos o en columnas de números para los inversores.
Incluso el argumento de reactivar una economía en desaceleración no se sostiene. ¿Será el sentido común rival para este metal amarillo?
No repitas los mismos errores
Si en el momento álgido de la crisis, en 2022, la gente se preguntaba por qué construimos una fundición tan cerca de una ciudad, la historia nos obligó a responder que la fundición estaba allí antes que la ciudad.
Sin embargo, esta vez la historia aún no se ha escrito.
En 2024, ¿queremos seriamente plantearnos construir una mina bajo una ciudad con todos los riesgos que ello conlleva?