¿Deberíamos seguir comiendo pescado?

¿Deberíamos seguir comiendo pescado?
¿Deberíamos seguir comiendo pescado?
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El mercurio, este metal pesado de color plateado, alguna vez estuvo presente en los termómetros. Desde hace 26 años, estos modelos están prohibidos. Y con razón: el mercurio está clasificado entre las 10 sustancias más preocupantes en el mundo según la OMS (Organización Mundial de la Salud). Desafortunadamente, el pescado contiene cada vez más. El mercurio es particularmente peligroso para los fetos. Puede perjudicar el desarrollo de la memoria, el lenguaje, la visión… La sobreexposición a este metal en los adultos puede provocar temblores, insomnio, trastornos motores… Aunque sólo en grandes cantidades se produzcan situaciones de este tipo.

Además, el pescado contiene otras sustancias, como los pesticidas. Pese a todo, se recomienda consumirlo una o dos veces por semana. Su consumo no sólo contribuye a prevenir enfermedades cardiovasculares, sino también a desarrollar y mantener un sistema nervioso sano gracias a su contenido en yodo y ácidos grasos omega-3. Se encuentran principalmente en los pescados grasos. Pero es precisamente en las grasas donde se alojan los contaminantes. Entonces, ¿cómo hacerlo? Cuando se trata de comida, la palabra clave sigue siendo variedad. Incorporar a tu menú semanal un pescado magro y un pescado azul (rico en omega-3, pero también en contaminantes) constituye una solución intermedia. Siempre y cuando alternes las especies y limites el consumo de peces depredadores, como atún, lubina, dorada, pez espada, etc.

Una fuente siempre bienvenida de yodo.

Porque consumen peces que a su vez se han alimentado de otros peces. Así, el contenido de contaminantes aumenta, como explica Alfred Bernard, toxicólogo de la UCLouvain. “El mercurio se concentra en las cadenas alimentarias y se vuelve más tóxico a medida que se transforma de metal a compuesto orgánico. En concreto, es más fácilmente asimilado por el organismo y atraviesa la barrera placentaria, antes de llegar al feto. Y lo mismo ocurre con el cerebro. Pero hay que seguir comiéndolo, porque los belgas suelen tener deficiencia de yodo”. En consecuencia, las mujeres embarazadas y lactantes y los niños pequeños deben evitar a estos depredadores en la medida de lo posible. Esto también se aplica a los peces de agua dulce, como la lota, que explora las profundidades de lagos y ríos en busca de alimento. Así, ingieren limo que contiene grandes cantidades de contaminantes. Pero los peces más pequeños también tienen desventajas, según Alfred Bernard: “Los comemos enteros, incluidos los órganos de almacenamiento (que contienen contaminantes). Lo mismo ocurre con las ostras o los mejillones, que filtran el agua”.

Dos peces, dos medidas

El atún es el pescado más consumido en Europa. Es uno de los más contaminados, pero está sujeto a las normas menos estrictas. Para sus congéneres, toleramos 0,3 mg de mercurio/kg, frente a 1 mg de mercurio/kg para el atún. Una laxitud que serviría para proteger los intereses económicos de este sector, en detrimento de la protección de los consumidores. Pero las ONG Bloom y Foodwatch contraatacan. Piden que se retire el pescado contaminado, pero sobre todo que se establezcan normas más estrictas y mayores controles. También piden que se prohíba el atún en lugares sensibles, como residencias de reposo y maternidades.

Elige tu especie

Ciertas zonas se ven especialmente afectadas por la contaminación. Este es especialmente el caso del Atlántico Norte, de donde procede generalmente el bacalao, y del Mar Báltico. En general, elija pescado de la pesca europea, que está más regulada que en otros lugares. Entre los peces de piscifactoría y los silvestres, la cuestión se basa en cada caso. Si optas por un ejemplar salvaje, asegúrate de que no procede del Mar Báltico ni del Atlántico Norte. Si es posible, elija aquellos etiquetados como “pesca artesanal garantizada”, en lugar de “MSC” o “ASC” (ambos impugnados).

Agotado

Estamos comiendo más pescado que nunca. De media, una persona consume 19 kg de pescado al año, el doble que hace 50 años. Una incursión que resta stock disponible. A nivel mundial, más de un tercio del pescado está sobreexplotado, cifra que se eleva al 93% en el Mediterráneo. Una situación que empeora con el crecimiento demográfico. Algunos ven la acuicultura como una solución milagrosa. Pero los peces de piscifactoría se alimentan de peces silvestres, y las granjas, que a menudo son fuentes de contaminación, se convierten en centros de enfermedades que a veces contaminan especies en el entorno natural. Para una opción sostenible, consulte la guía de WWF y prefiera el pescado capturado con sedal, red o trampa.

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