Contra el cáncer, un camino que cobra impulso: los fármacos radiactivos

Contra el cáncer, un camino que cobra impulso: los fármacos radiactivos
Contra el cáncer, un camino que cobra impulso: los fármacos radiactivos
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Los medicamentos radioactivos contra el cáncer están “en el aire”. (Imagen ilustrativa)

AFP

Inyectar en el cuerpo componentes radiactivos que destruyen directamente las células cancerosas: este método todavía tiene poco espacio en el arsenal de los oncólogos, pero parece cada vez más prometedor y la industria farmacéutica está invirtiendo en ello miles de millones de euros.

Estos fármacos radiactivos están “en el espíritu de los tiempos”, resume a la AFP la analista financiera Jamila El Bougrini, especialista del sector farmacéutico.

Dos gigantes unidos

Una reciente operación entre dos gigantes franceses lo atestigua. Una asociación anunciada a mediados de octubre reunirá al grupo farmacéutico Sanofi y al especialista nuclear Orano, antiguo Areva.

Tras haber pasado prácticamente desapercibido, en un contexto en el que Sanofi se encuentra en el centro de una polémica en Francia en torno a la venta de su filial Doliprane a un fondo estadounidense, el anuncio sorprende. ¿Qué tienen en común las cajas de medicamentos y las centrales nucleares de Orano?

La respuesta está en el propio concepto de medicina nuclear y, más concretamente, de fármacos únicos. Orano está desarrollando uno de ellos a través de una filial en la que Sanofi adquirirá una pequeña participación por 300 millones de euros.

Radioterapia dirigida

Estos medicamentos utilizan componentes radiactivos para destruir tumores. Para ello, se asocian a una molécula capaz de identificar marcadores propios de una célula cancerosa y, por tanto, de servir como “vector” para llevar el elemento radiactivo directamente hasta ella.

El principio general es bien conocido ya que es el de la radioterapia, mediante el cual ya se trata a la mayoría de los pacientes con cáncer. Pero, en lugar de emitir rayos sobre la persona, aquí buscamos incidir directamente sobre las células cancerosas, con la promesa de una precisión muy alta.

Por tanto, hablamos de radioterapias “dirigidas”. En sentido amplio, el concepto ya se utiliza desde hace décadas en oncología, ya que el yodo radiactivo se utiliza habitualmente para tratar determinados cánceres de tiroides.

Gran punto de inflexión en 2018

Pero el caso del yodo es especial, porque es atraído naturalmente por la tiroides y por tanto no requiere de un “vector” asociado. Por otro lado, en los últimos años, las terapias han dado resultados al combinar con éxito un componente radiactivo y un vector biológico.

Y le sigue la industria farmacéutica. El gran punto de inflexión fue la compra en 2018 por parte de la suiza Novartis, por casi 4.000 millones de dólares, de un tratamiento radiactivo, Lutathera.

“Antes nadie estaba interesado en nuestra disciplina”, dijo a la AFP Françoise Kraeber-Bodéré, especialista en medicina nuclear del Hospital Universitario de Nantes, en el oeste de Francia.

La industria se apresura

Sin embargo, Lutathera se limita a cánceres raros del sistema digestivo. Poco después, Novartis abrió un “mercado de masas”, en palabras de Kraeber-Bodéré, con la compra por dos mil millones de dólares de otra radioterapia, Pluvicto, contra ciertos cánceres de próstata, y la publicación de datos positivos en los primeros años. Años 2020.

Desde entonces, los gigantes farmacéuticos se han apresurado. En los últimos meses, AstraZeneca, Bristol-Myers Squib (BMS), Eli Lilly y, nuevamente, Novartis han pagado miles de millones de dólares para comprar empresas biotecnológicas especializadas en radioterapias dirigidas.

Basado en la ventaja 212

La fusión entre Sanofi y Orano es el último ejemplo de este fermento. ¿Ha hecho simplemente lo mismo el gigante francés, que también ha sido objeto de críticas por su capacidad de innovación por su lentitud en el desarrollo de una vacuna anti-Covid?

“La operación de Sanofi no es pionera, pero sitúa al grupo entre los actores más avanzados en radioterapia”, explica El Bougrini.

De hecho, el fármaco desarrollado por Orano, a base de plomo 212, pertenece a una nueva generación de radioterapias basadas en las llamadas partículas alfa.

Estas liberan más energía radiactiva que las partículas beta, la base de la mayoría de las terapias existentes, pero a una distancia más corta. Por lo tanto, esto da esperanzas de un modo de acción aún más selectivo.

Especialistas optimistas

Queda por ver si esta promesa realmente se traducirá en resultados clínicos convincentes. La mayoría de las terapias alfa aún no han dado lugar a ensayos a gran escala, un paso que Orano se está preparando para dar.

Sin dejar de ser prudentes, los especialistas se muestran optimistas: “Los primeros resultados clínicos me hacen decir que será eficaz”, afirma Kraeber-Bodéré. “Si me hubieran preguntado hace cinco años, habría dicho que todavía era un poco arriesgado. Creo que tenemos que ir allí”.

(afp)

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