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Cuando los aficionados al rugby se vuelven insoportables

Cuando los aficionados al rugby se vuelven insoportables
Cuando los aficionados al rugby se vuelven insoportables
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El viernes pasado, David Beun, árbitro del partido Pro D2 ganado en su césped por el Valence/Romans contra el Agen, fue atacado tras el partido por un espectador que le arrojó su bandeja de patatas fritas y su taza. Sin efectos corporales. El joven de 25 años fue detenido y posteriormente pidió disculpas, pero el VRDR decidió presentar una denuncia.

El 13 de septiembre el mismo David Beun ofició en Niza donde ganó el SA XV. Ya había tenido una salida tormentosa y supervisada del campo, violentamente insultado por varios “seguidores” de la Riviera acalorados. Tan caluroso y agresivo como en Aurillac el 30 de agosto y en Dax el viernes pasado.

Dos recintos donde también los Angoumoisins se impusieron en un ambiente detestable. Y donde árbitros y adversarios fueron insultados durante todo el partido. Desgraciadamente, esto se ha convertido en el día a día de Alexandre Ruiz y su equipo visitante, como lo demuestra el técnico de Angoumois (leer en otro lugar).

Las gradas están llenas de cientos de árbitros. Encantador y acogedor el viernes en Dax antes del partido, el público landés rugió durante 80 minutos. Poco ánimo, mucha intolerancia. “¡No está bien!” » antes de cada lanzamiento al touch; “¡cartulina!” » después de cada entrada virulenta; “¡fuera de juego!” » en cada subida defensiva. Y pasamos de los insultos. Lejos, muy lejos de la cámara.

La mierda no nació en el siglo XXI.

Nadie se salva. El invierno pasado, escuchamos un estruendoso “pouffiasse” que bajaba de las gradas de Chanzy y apuntaba a la árbitro Aurélie Groizeleau. Y hace cinco años, las SA

Por supuesto, afortunadamente estos desvíos siguen siendo minoritarios. Y la estupidez no nació el 21mi siglo. Recordamos algunas secuencias memorables. De un Châteaurenard – SC Angoulême de principios de los años 1990 que acabó con gases lacrimógenos en los pasillos de vestuario. Con Jean-Claude Bourrier, ex secretario general del FFR y del SCA, repeliendo al invasor con bastones.

La profesionalización del rugby ha borrado lo que todavía se consideraba folclore, como la vieja trifulca general y el recorrido por los bares del tercer tiempo. Pero los crecientes desafíos, tanto humanos como financieros, generan una presión que se contagia en las gradas, donde el encuentro del viernes por la tarde a veces se convierte en un alivio.

Cada uno debe asumir alguna responsabilidad. Directivos, personal, jugadores, medios de comunicación e incluso árbitros. La conciencia sólo puede ser colectiva para que los estadios de rugby y el ambiente festivo que todavía los hace únicos no se parezcan un día al fútbol.

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