Es un vídeo que causa pánico en la web y provoca comentarios salvajes de los internautas. Una artista, con muy poco traje y el ombligo al viento, se ofrece más para admirar sus bienes que para escuchar su música. No hay nada de qué ofenderse. Tampoco lo suficiente para ir al cielo. Lo que el cantante expone a nuestra mirada no tan pura ha sido mostrado, exhibido, pegado en todos los escenarios, aquí y en otros lugares. La música, para hacer latir los corazones rebeldes, necesita un buen empujón color carne y una buena dosis de adrenalina. Y ella no es la única que juega en este registro.
Otra cantante de curvas seductoras había sugerido que su generoso pecho es un instrumento que da tono a su música.
¿Deberíamos, sin embargo, culpar a estas bellezas que tienen tantos tesoros que mostrar a nuestros castos ojos? Senegal es un país de paradojas donde la moralidad se escucha en las transmisiones de radio y televisión, pero son las chicas menos cuidadosas con las buenas costumbres las que se llevan el premio gordo. Son el objetivo favorito de los “morabitos” que consiguen dotes por valor de más de seis cifras. La virtud es un souvenir que ya no se vende.