Nicolás Maduro llegó al Palacio de la Asamblea Nacional alrededor de las 10:30 hora local (14:30 GMT), pasando entre un grupo de militares vestidos de gala antes de ingresar al edificio donde estrechó la mano del presidente cubano, Miguel Díaz, durante un largo rato. Canel, uno de los pocos jefes de Estado presentes. También estuvieron presentes la mayoría de las figuras en el poder, incluidos el ministro del Interior, Diosdado Cabello, y el ministro de Defensa, Vladimir Padrino López, figuras clave en la represión de los disturbios postelectorales.
Una manifestación de la oposición
La zona de la Asamblea fue acordonada por la policía. Las autoridades han instalado podios y tiendas de campaña que se utilizarán para la fiesta después de la inauguración. En la madrugada, el gobierno cerró este viernes la frontera con Colombia alegando un “complot internacional destinado a perturbar la paz de los venezolanos”.
Este anuncio se produce un día después de las manifestaciones de la oposición que impugnaron la victoria del jefe de Estado socialista de 62 años en las elecciones del 28 de julio, cuya proclamación fue seguida de disturbios mortales y miles de arrestos.
Recordemos que el candidato opositor Edmundo González Urrutia afirma haber ganado estas elecciones y repitió el jueves, en República Dominicana, a una hora en avión de Caracas, que él era el “presidente electo”. Sin doblegar al que sucedió a Hugo Chávez en 2013 y desde entonces gobierna Venezuela con mano de hierro.
“¡No tenemos miedo!”
El jueves, el Gobierno dio en el clavo con una marcha de apoyo al presidente saliente que recorrió parte de la capital. La manifestación de la oposición reunió luego a miles de personas que gritaron “¡no tenemos miedo!” o sostenían carteles que decían “la libertad no se puede mendigar, hay que conquistarla”. Al final del día, se generó cierta confusión cuando la oposición anunció la detención “violenta” de su líder María Corina Machado.
Unas decenas de minutos más tarde, el equipo contrario anunció su liberación: “Al salir del mitin, María Corina Machado fue llevada a la fuerza. Durante su secuestro, fue obligada a grabar varios videos y luego fue liberada. El gobierno negó esta versión de los hechos y el fiscal general, Tarek William Saab, denunció “una operación psicológica con miras a desencadenar la violencia en Venezuela”. La líder de la oposición vivía escondida desde las elecciones presidenciales a las que no pudo presentarse porque fue declarada no elegible.
El Consejo Nacional Electoral (CNE) proclamó ganador a Nicolás Maduro con el 52% de los votos pero sin publicar el acta, alegando ser víctima de un hackeo informático, una hipótesis considerada poco creíble por muchos observadores. El anuncio del CNE provocó manifestaciones en toda Venezuela, que fueron duramente reprimidas. Resultados de los disturbios postelectorales: 28 muertos, más de 200 heridos y 2.400 personas detenidas por “terrorismo”. También se produjo una ola de detenciones en los días previos a la toma de posesión del jefe de Estado.
El ejército, pilar del poder
Al igual que durante las manifestaciones de 2014, 2017 y 2019, que dejaron más de 200 muertos, Nicolás Maduro pudo contar con el apoyo del ejército, pilar de su poder, así como con la justicia a las órdenes. “El sector militar es aún más crucial que antes de las elecciones. Sin control de las instituciones militares, el gobierno se encontraría con un poder extremadamente precario”, explica Mariano de Alba, analista de relaciones internacionales que trabaja en Londres.
El presidente socialista, que prometió durante su campaña electoral una mejora de la situación económica, tendrá que encontrar soluciones para volver al crecimiento, ya que Venezuela registró una contracción de su PIB del 80% entre 2013 y 2023.
Aislado internacionalmente, le resultará difícil levantar las sanciones que, por tanto, tendrá que intentar eludir para que su país pueda explotar sus inmensas reservas de petróleo sin tener que venderlas a causa del embargo.