Aprende a saber nada o casi nada.

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“Oh, deberías comprarle este libro a tu amigo…”

En la Feria del Libro de Montreal, Martin Desrosiers escuchó a menudo esta observación ante la exposición de su excelente ensayo. El arte de no tener siempre la razón.

Todos conocemos a alguien a quien le vendría bien descubrir los insospechados encantos de la humildad. Pero hay una persona a la que todos deberían regalarle este libro: ellos mismos.

Porque es nuestra propia ignorancia lo que más nos cuesta reconocer. Y es también el que más nos duele, demuestra el filósofo en su ensayo basado en gran medida en Montaigne.

Desde su publicación hace casi 20 años, el Curso corto de autodefensa intelectual. de Normand Baillargeon es una obra de referencia para aprender a desenmascarar sofismas, pseudociencias, charlatanes y manipuladores.

El libro de Desrosiers también merece convertirse en una lectura obligada.

Completa el trabajo ayudándonos a volver el pensamiento crítico contra nosotros mismos para conocernos mejor y vivir juntos.

Desrosiers, profesor de filosofía en CEGEP, creció en Ontario. “Yo hablaba francés en Ontario, en una escuela católica con un programa de ciencias. Conozco la ambigüedad”, dice en una entrevista.

Después de profundizar en la filosofía alemana como estudiante de doctorado, se convirtió en profesor del CEGEP. Este breve libro (120 páginas) es el primero.

“A muchos de nosotros nos preocupa el debate público”, explica. Pero advierte contra los diagnósticos superficiales.

¿Redes sociales? “Exacerban nuestros fallos, pero no los crean. »

¿Polarización?

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FOTO ROBERT SKINNER, LA PRENSA

Según Martin Desrosiers, no importa la naturaleza de nuestras ideas, la escucha y la humildad nos benefician.

El desacuerdo es normal. Ésta es la esencia de la democracia. El problema no es que discutamos demasiado, sino que discutimos mal.

Martín Desrosiers, autor del ensayo El arte de no tener siempre la razón

Está más preocupado por la polarización emocional. Sea la brecha entre las personas, no entre sus opiniones. Los que no piensan como nosotros se convierten en nuestros enemigos. Y cuanto más los escuchamos, más se profundizan nuestros desacuerdos.

Entre las diversas causas, Desrosiers identifica una importante: nuestra identidad se confunde con nuestra opinión. Por tanto, cualquier crítica se vuelve amenazadora. Si cuestionas lo que pienso, atacas quién soy. “Y es más difícil cuestionar una identidad que una idea”, añade, basándose en el ensayo La mentalidad scoutpor Julia Galef1.

Sin embargo, hay un inconveniente. Por ejemplo, el racismo y el sexismo son amenazas objetivas a una identidad. Por lo tanto, inevitablemente se los vive de esta manera. “Y hay sabiduría en reconocer a un mal interlocutor”, añade. Ante un troll de mala fe, es mejor abstenerse.

El hecho es que este no es el caso con todos nuestros argumentos. Desrosiers advierte una ironía. La era se está abriendo a la fluidez en materia de género y orientación sexual. Sin embargo, con nuestras opiniones, que son tan rígidas, se observa lo contrario. “También nos beneficiaría ser un poco más fluidos intelectualmente…”

Sin negar nuestros principios ni nuestros valores, podemos tomar cierta distancia de nosotros mismos para examinarnos con curiosidad crítica. El ensayista cita a Montaigne: “Debemos reconocer que es por casualidad que somos quienes somos. »

Pierde algo de tiempo en YouTube buscando a tu pensador estrella favorito. Los algoritmos te ofrecerán vídeos de “enfrentamientos” donde un intelectual “destruye tranquilamente” a su oponente.

El debate se ve como una pelea y la racionalidad es el arma maestra. Una prueba entre otras: el éxito intemporal de El arte de tener siempre la razón de Schopenhauer, tratado sobre pugilística retórica.

La filosofía enseña cómo construir un argumento, y eso es muy bueno. Pero eso no es suficiente. ¿Necesitamos ayudar a las personas a racionalizar sus certezas? Es igualmente necesario formar el carácter intelectual, sostiene Desrosiers. Su ambición: formar personas para que sean “interlocutores decentes” y no simples “disputadores hábiles”.

En clase, pide a sus alumnos que sinteticen honestamente un argumento antes de criticarlo. Obviamente, los juicios de intención no están permitidos…

Comprender no es demostrar la razón ni normalizar. Es una prueba de curiosidad intelectual y empatía. Y eso refuerza la credibilidad de las críticas que siguen.

Martín Desrosiers, autor del ensayo El arte de no tener siempre la razón

Desrosiers no aboga por el relativismo ni por el centro blando. No está en contra de opiniones fuertes, impopulares o radicales. Pero según él, no importa la naturaleza de nuestras ideas, nos beneficia mostrar escucha y humildad. Éstas son virtudes cardinales para comprendernos a nosotros mismos y a los demás.

Un pasaje divertido del libro trata sobre la “enfermedad Nobel”. Ganador de Química (1954), Linus Pauling afirmó que la vitamina C podía curar ciertos cánceres. Premio Nobel de Medicina (2008), Luc Montagnier propuso que el autismo era una enfermedad bacteriana. Etcétera.

Desrosiers distingue entre ignorancia y estupidez. El segundo es más grave. De hecho, se trata de una doble ignorancia: no sabemos que no sabemos. Peor aún, lo convertimos en una certeza. Es aún más triste cuando la persona tenía los medios intelectuales para ver con claridad. Pero la vanidad ciega. Se trata de una forma de “inteligencia estúpida”, escribe Desrosiers, utilizando la expresión de Robert Musil.

También parafrasea a La Fontaine, para quien el hombre es un lince con sus semejantes y un topo consigo mismo.

Con Desrosiers, la duda se convierte en una herramienta de autoconocimiento y apertura a los demás. Su libro es un precioso compendio de sabiduría. Quebec estaría mejor si lo leyera el mayor número posible de personas.

El arte de no tener siempre la razón

Martín Desrosiers

Leméac — La colección Inconvenience

120 páginas

1. Lea una entrevista con Julia Galef que resume su libro. La mentalidad scout (en Inglés)

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