El bloqueo cristaliza en torno a una sola institución: la ONEE, que durante mucho tiempo ha desempeñado un papel central en el sector eléctrico nacional. Sin embargo, se suponía que abandonaría gradualmente esta posición con la apertura del mercado a otros actores públicos y privados. El proyecto es ciertamente colosal, ya que se trata de la reestructuración de una de las instituciones más antiguas del Reino, con miles de empleados, una red territorial inigualable y competencias acumuladas a lo largo de los años y la experiencia. Esta es la razón por la que abordar una cuestión tan grave puede resultar tan técnicamente peligroso como políticamente costoso.
Pero para la institución dirigida por Zineb El Adaoui, hay urgencia. El informe recomienda “acelerar el proceso de reforma separando las actividades de producción, transporte y distribución, y finalizar la publicación de textos legales relativos a la regulación del sector, en particular los relativos a la creación y organización de una entidad que gestione la red de transporte de electricidad”.
Esto significaría liberar a la ONEE de sus actividades de producción de electricidad, “transfiriendo activos de energía renovable a MASEN”, como señala el informe, y de sus actividades de distribución, para concentrarse únicamente en la transmisión de electricidad. Este proyecto sigue siendo la piedra angular de cualquier desarrollo futuro de un sector energético competitivo, accesible y con bajas emisiones de carbono.
Antes de llegar allí, hay cuestiones cruciales que resolver, como la reestructuración de la colosal deuda que arrastra la ONEE, y que hay que abordar si queremos alcanzar nuestras ambiciones, recordadas recientemente por Su Majestad el Rey durante la última reunión dedicada al desarrollo de las energías renovables, el 22 de noviembre de 2022.
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