B. Ba, ciudadano guineano de unos treinta años, compareció ante el tribunal del distrito de Louga, acusado de intento de robo, violencia y agresión. Durante su audiencia, negó rotundamente las acusaciones y explicó que ese día padecía hambre.
El acusado, un comerciante ambulante, afirmó que estaba visitando los mercados semanales y que había ido a Keur Massar. Al llegar al anochecer, encontró que los restaurantes y tiendas estaban cerrados, y sintió un hambre intensa, al no haber comido nada en todo el día.
B. Ba mencionó que se arriesgó a entrar a una casa para beber agua. Después de saciar su sed, notó que la puerta de la cocina no estaba cerrada y entró corriendo. Sin embargo, tan pronto como tocó la olla, una señora llamó a la puerta, lo que lo asustó y lo hizo salir corriendo. En su prisa, golpeó accidentalmente a la anciana que intentaba cerrar la puerta. Insistió en que no era un ladrón.
Sin embargo, el denunciante presentó una versión diferente de los hechos. Afirmó que el incidente ocurrió alrededor de la 1 de la madrugada y el acusado buscaba algo más que comida. Añadió que él cerró la puerta y apagó la antorcha antes de atacarla para escapar. Gracias a la rápida intervención de los vecinos, B. Ba no pudo escapar.
Un vecino, testigo de los hechos, corroboró la versión del denunciante, lo que dio lugar a la condena de B. Ba a dos años de prisión, incluidos seis meses.
