El gobierno canadiense está examinando la posibilidad de imponer aranceles aduaneros adicionales a los productos estadounidenses en respuesta a las amenazas de Donald Trump, que quiere gravar las importaciones canadienses con un 25% a partir de enero. Canadá tomó muy en serio estas declaraciones y comenzó un proceso para identificar productos que podrían ser objeto de represalias.
El primer ministro canadiense, Justin Trudeau, expresó el viernes escepticismo sobre una posible reversión por parte del expresidente estadounidense. “Cuando Donald Trump hace tales declaraciones, tiene la intención de llevarlas a cabo. De eso no hay duda”, dijo durante un viaje. Algunos analistas, sin embargo, esperan que estas amenazas arancelarias sean sólo una táctica de negociación.
Canadá particularmente vulnerable
Canadá, cuya economía está estrechamente vinculada a la de Estados Unidos, sería particularmente vulnerable a tales medidas. En 2023, más del 75% de las exportaciones canadienses, o 592.000 millones de dólares canadienses (400.000 millones de euros), estaban destinadas a su vecino. Estos oficios sustentan casi 2 millones de puestos de trabajo en un país de alrededor de 41 millones de personas.
“Los derechos de aduana del 25% sobre las importaciones canadienses perjudicarían no sólo a los canadienses, sino también a los estadounidenses”, insistió Trudeau, recordando que las economías de los dos países están profundamente interconectadas.
Relaciones comerciales ya tensas
No es la primera vez que las relaciones comerciales entre ambos países se ponen a prueba. Durante el primer mandato de Donald Trump, Washington impuso aranceles del 25% al acero canadiense y del 10% al aluminio. En respuesta, Ottawa apuntó a ciertos productos estadounidenses para compensar las pérdidas.
Pero estas nuevas tensiones comerciales llegan en un momento delicado para Justin Trudeau, que busca la reelección. Dejado atrás en las encuestas por su rival conservador Pierre Poilievre, debe hacer malabarismos con los desafíos económicos, los intereses nacionales y las presiones diplomáticas. Una escalada arancelaria correría el riesgo de añadir dificultades adicionales a una situación ya compleja.
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