En vísperas de Navidad y de las fiestas navideñas, la huelga de 55.000 trabajadores de Correos de Canadá es una nueva amenaza que golpea al sector de la logística. Una vez más, un puñado de individuos –patrones y miembros de sindicatos– se otorgan el derecho de tomar como rehén a toda la economía.
El director ejecutivo de Shopify, Harry Finkelstein, denunció la decisión de “mala fe” y expresó que las principales víctimas de este conflicto innecesario serían las pequeñas empresas y las pymes del país.
Pero en realidad, ¿es tan grave una huelga postal?
Una situación insostenible
Hay que decir que Canada Post es una empresa económicamente moribunda. Su supervivencia se debe al hecho de que se percibe, con razón o sin ella, como necesaria a los ojos de ciertos políticos. De 5.500 millones de cartas entregadas en 2006, ha aumentado a 2.200 millones de cartas en 2023. ¿Cuántas de ellas son evaluaciones de impuestos, renovaciones de licencias de conducir y facturas de Hydro?
Les hago una apuesta: dentro de 10 años, el número de letras volverá a reducirse a la mitad.
A pesar de la evidencia, los contribuyentes canadienses están financiando este colapso. De 2020 a 2023, las pérdidas sucesivas de 779 millones de dólares, 490 millones de dólares, 548 millones de dólares y 748 millones de dólares se han convertido en la norma. Hay que remontarse a 2016 para encontrar un beneficio en Canada Post, un beneficio del 1% sobre miles de millones de ingresos.
Mientras tanto, incluso en el rentable segmento de paquetería, la cuota de mercado de Canada Post se ha desplomado. La empresa, que antes de la pandemia poseía dos tercios de la cuota de mercado, no pudo hacer frente a la entrada de nuevos competidores, lo que la redujo a menos de un tercio.
Cualquier negocio normal iría a la quiebra. O duplicaría sus precios para cubrir sus costos. A 2,50 dólares por sello, ¿enviaría muchas cartas?
Otro monopolio
Dado su monopolio sobre gran parte del mercado postal, Canada Post tiene pocos incentivos para reducir costos o volverse rentable. No tiene muchos incentivos para innovar, transformarse, destacarse ante los ojos de sus clientes. La prueba es que puede tener déficits monstruosos durante casi una década y mantener al mismo director ejecutivo (desde 2019).
En otras partes del mundo, las empresas públicas de reparto de correo han sido privatizadas, total o parcialmente. Este es el caso del Royal Mail en el Reino Unido, así como en los Países Bajos. En ambos casos, la privatización total resultó difícil, lo que condujo, en algunos casos, a una reducción del servicio. Por el contrario, en Alemania, la privatización permitió a DHL convertirse en un actor verdaderamente global en la distribución de paquetes, lo que habría sido imposible si hubiera permanecido bajo control estatal.
El modelo que parece funcionar mejor es un modelo híbrido. En Austria y Bélgica, el Estado retuvo una participación mayoritaria, pero permitió que el sector privado tomara el control de una parte. A principios de 2024, el Österreichische Post informó de un fuerte aumento de sus ingresos y beneficios. En Bélgica, bpost registró un beneficio de 110 millones de dólares en 2023 y espera duplicarlo este año.
Una huelga como la que comienza tendrá un gran impacto en las pymes canadienses. Pero, peor aún, su resolución corre el riesgo de cimentar un modelo de negocio que, por el contrario, debería ser deconstruido.
Los huelguistas podrían obtener aumentos salariales. Pero dentro de una estructura en colapso como Canada Post, esto sólo acelerará la caída de la corporación estatal.