El abogado, el primero en comparecer en la defensa ante el tribunal penal de Vaucluse, presentó un alegato atípico a favor de Dominique Pelicot, contra quien el fiscal solicitó el lunes la pena máxima, veinte años de prisión penal.
Pero ¿qué podría decir para defender al hombre que algunos llaman el monstruo de Mazan, este violador cuya oscuridad sigue siendo insondable, a pesar de 55 largos días en el tribunal?
“A mi pesar me convertí en abogado del diablo” reconoce este miércoles 27 de noviembre en el juzgado penal de Vaucluse, la señora Béatrice Zavarro, abogada de Dominique Pelicot.
Veinte años requeridos para el acusado el lunes
El lunes, la fiscalía solicitó la pena máxima, veinte años, contra el septuagenario que violó e hizo violar a su esposa sedada durante más de diez años.
Casualidad: este miércoles celebra su 72 cumpleaños. Como regalo, ella le ofrece un alegato atípico, ni técnico ni polémico. “En el juramento que hice, está la humanidad que me hace dirigirme a usted, señora Pelicot, para decirle cuánto respeto la dignidad y la mesura que ha demostrado en este bar”. Ella menciona su “Amor a primera vista a los 19 años. Estarán enamorados y tendrán tres hermosos hijos.
Crecer en un clima familiar nocivo
Y es en las palabras de Dominique Pelicot donde la abogada teje el hilo de sus declaraciones. “Me escribió: ella me hizo olvidar todo, me hizo ser alguien y hoy he vuelto a ser nada, como antes”.
Antes, en “Este clima familiar deletéreo” en el que creció, con esta madre, esposa sucesiva de dos hermanos y víctima de un marido pervertido. Este padre al que odia y que le recompensa, en el que piensa en el atardecer de su vida en un extraño efecto de espejo.
Imágenes de violación grabadas a fuego en su cabeza
“En noviembre de 2023, me escribió, la historia se repite”continúa el abogado. “Mis hijos no vendrán a presentar sus respetos ante mi tumba. No hice nada mejor que el que odiaba” Odiado, luego de estas imágenes del abuso que impuso a su esposa, que quedaron grabadas en su cabeza, al igual que las de la violación que dice sufrir a los 8 años en el hospital. Y el otro, un colectivo en el que nos hubiera gustado que participara con 14 años, en una obra.
Lo dijo Dominique Pelicot, los expertos psiquiátricos lo confirmaron: “No nacemos perversos, nos volvemos uno”. Y el abogado destaca las paradojas. “Él no quiere violencia y él mismo es muy violento”.
¿La sumisión química como protección?
¿La sumisión química de Gisèle? “Tal vez una forma de protección para salvar a la persona que ama. Las películas son necesarias para grabar las cosas.” ¿Su fantasía? “Él habló” continúa el abogado, que lo cita de nuevo. “Es verla divirtiéndose con otra persona, verla tocada por otra persona”.
Hoy, “Se sumergió en la soledad y tuvo el coraje de no ser cobarde, de lo contrario ya no estaría aquí”.
Y el abogado vuelve a citarlo dirigiéndose a Gisèle y su familia. “Esperó 1.000 veces para pedir perdón. No sé si lo oirás pero te lo vuelve a pedir. Ten presente este primer Domingo, olvídate de aquel por quien supliqué, quédate con aquel que te mimó, te mimó”. y profundamente amado.”
Un último poema para Gisèle
Un hombre que es quizás su juez más lúcido. “Un día, me dijo, fui hasta el final de mí mismo para ver que allí no había nadie” concluye el abogado. Finalmente lee un poema que le escribió a Gisèle y que termina así: “Sé que algún día en otro lugar nos volveremos a ver, ojalá podamos volver a hablar de todo eso”.
¿Una prueba final de amor o de perversidad? Los ojos de Gisèle están rojos, pero aprieta los dientes y no derrama una lágrima.