lo esencial
Fatiha Agag-Boudjahlat evoca en su columna la detención del escritor Boualem Sansal en Argelia. La oportunidad para ella de denunciar los excesos del régimen argelino.
¿Dónde está Boualem Sansal? Este exitoso escritor franco-argelino, que nunca dejó de alertar sobre la peligrosidad, el auge del islamismo, sus estragos en los países árabes, fue detenido en Argelia y no hay noticias de él. Me sorprende que no lo hayan arrestado antes y me sorprende igualmente que Kamel Daoud, periodista y escritor, no lo fuera.
Lo que no sorprende es que Argelia sea una dictadura, normalizada por activistas como Rima Hassan. Lo que no sorprende es que el Estado argelino, cleptocrático, gerontocrático, incompetente, delincuente, criminal, haya obtenido la paz social, más bien la depresión y la apatía de su pueblo, favoreciendo a los islamistas y alimentando el combustible del odio y el resentimiento contra Francia, la eterna acusado. El Estado argelino no construye escuelas ni hospitales, construye mezquitas en todas partes. Está el monumental de Argel, valorado en mil millones de euros. En un país donde todavía no está garantizado el acceso permanente al agua corriente.
Brutalidad, amiguismo
La Primavera Árabe sólo afectó a Argelia, donde el Estado utilizó tanto la brutalidad como el amiguismo con los dólares del petróleo y el gas para hundir rápidamente a su pueblo nuevamente en la apatía y la neurastenia. Todo el mundo lo sabe. Los argelinos lo saben. Apenas hay inmigrantes en Francia, especialmente sus hijos, que cantan las alabanzas de Argelia teniendo cuidado de no vivir allí, de buscar tratamiento o de educarse allí.
Existe esta palabra muy adecuada para describir las condiciones de vida en Argelia y las relaciones del Estado con su pueblo: la Hagra sistémica: humillación, acoso y maltrato, abuso de poder, es todo esto la Hagra. Y es un modo de gobierno en Argelia, la Hagracracia. Kamel Daoud y Boualem Sansal no son serviles. Son lúcidos y de gran coraje. Aplican el precepto de Charles Péguy: “Debes decir siempre lo que ves; Sobre todo, siempre, lo que es más difícil, debemos ver lo que vemos”.
La incompetencia del Estado
La ceguera ante los abusos del Estado argelino golpea a los funcionarios electos de extrema izquierda en Francia. En lugar de disculparnos constantemente, deberíamos decirle a Argelia sus cuatro verdades. Los 120 años de colonización francesa, después de la otomana, no explican nada de las desgracias, de la incompetencia del Estado y de la Hagra que sufre el pueblo argelino. Ya no le debemos nada a Argelia, pero debemos protección a nuestros nacionales e intelectuales. Con una moneda de cambio que parece ser la única que funciona: cero visas hasta que Sansal sea liberado. Especialmente para los funcionarios electos corruptos que vienen a buscar tratamiento a Francia, como el ministro de salud que hizo que su esposa diera a luz en Francia.