¿Cómo será la belleza del futuro? Ésta es la pregunta que plantea la antropóloga Elisabeth Azoulay en el último volumen de la obra que editó, 100.000 años de bellezaque acaba de ser publicado por Gallimard. Un precioso libro colectivo sobre la historia de la belleza desde la prehistoria hasta la actualidad, que reúne ilustraciones, fotografías de arte, textos inéditos de ciencia ficción, reflexiones de filósofos…
“Todos estamos de acuerdo en decir que la demografía galopante, la globalización, la inteligencia artificial, el progreso tecnológico, el colapso de las fronteras de género, el hecho de querer valorar la edad, todo esto tendrá consecuencias en la belleza.señala Elisabeth Azoulay.
Hombre estético 3.0
En 2050 estaremos, según ella, en la era del “homo estheticus 3.0”. “Debes saber que la tecnología sigue el deseo humano. “Para tener un cuello largo, como las mujeres jirafa, o deformar un cráneo, como hacían los olmecas, para darles forma de pan de maíz, la humanidad no esperó a la tecnología, lo hizo con sus medios desde la Antigüedad. Pero lo que sabemos es que a partir del momento en que los medios se vuelvan locos, cada vez más invisibles, imperceptibles, indoloros, todo recurso a la tecnología se multiplicará para moldear nuestro cuerpo.”
Biomímesis y seres de silicio.
Elisabeth Azoulay menciona, por ejemplo, la biomímesis, que consiste en inspirarse en las hazañas de la naturaleza, en especies que han encontrado formas de preservar sus capacidades y su apariencia, para transponerlas al hombre, como ya hace la industria cosmética.
Otra cuestión planteada en la obra del filósofo alemán Peter Sloterdijk : ¿seremos capaces de competir con la belleza de los robots, seres virtuales, estos? “seres de silicona”llamado así por el mineral que forma las pantallas de nuestros teléfonos móviles y ordenadores? ¿El futuro de la belleza será un ideal de perfección y uniformidad decretado por los cyborgs, o al contrario?¿Algo mucho más barroco, donde acentuaremos nuestras diferencias?
Sobre la cuestión del envejecimiento, Elisabeth Azoulay destaca que todas las novelas de ciencia ficción superan los límites de la longevidad. “En este gran sueño humano, a los 400 años, pareceremos alguien de 30. ¿Pero qué pasará entre generaciones en un mundo donde todos los rastros del envejecimiento serán borrados, donde la apariencia física no dirá quiénes somos en relación? a nuestros propios hijos? ¿Es este un mundo deseable? No podemos ir por la vida con personas que no llevan ningún rastro de su documento de identidad es también decir quiénes somos”.
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