La 29.ª edición de la Conferencia de las Partes (COP) se llevará a cabo del 11 al 22 de noviembre de 2024 en Bakú, Azerbaiyán. Desde 1994, la COP ha sido la conferencia climática más grande e importante. Los 197 estados miembros (o “partes”) de la Convención Marco de las Naciones Unidas (CMNUCC) representan a casi todos los países del mundo. Descifrado.
“A cada país le interesa actuar contra la crisis climática”, explica el experto en energía Said Guemra. Hoy en día, la amarga observación es que los daños climáticos y los fenómenos meteorológicos extremos se están acelerando e intensificando en todo el mundo, y ningún país se salva. Las inundaciones récord en España, las tormentas severas en Florida y Carolina del Norte y los incendios forestales en América del Sur están devastando vidas y medios de subsistencia. En Marruecos, desde hace varios años, los horrores del estrés hídrico pesan sobre el mundo agrícola.
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Es, por tanto, en este contexto de crisis exacerbada donde interviene la nueva edición de la COP. Para 2024-25, las prioridades de la COP29 incluyen establecer un nuevo objetivo de financiamiento para la acción climática y apoyar a los países para fortalecer sus esfuerzos climáticos. Este año, la financiación climática representa un tema central. Los países deberían acordar un nuevo Objetivo Cuantificado de Financiamiento Colectivo (NCQG), que suceda al objetivo de financiamiento climático de los países desarrollados de 100 mil millones de dólares por año, fijado en 2009 en Copenhague.
Las COP anteriores, ¿qué resultados?
En la COP21 en París en 2015, los estados acordaron intentar limitar el calentamiento global este siglo a 1,5°C por encima de los niveles preindustriales para evitar los peores efectos del cambio climático. Ya estamos en alrededor de 1,4°C, y el clima global aumentará a 2,8°C para 2100, según el IPCC, el comité asesor de ciencia climática, con consecuencias catastróficas para miles de millones de personas y ecosistemas. Las concentraciones de gases de efecto invernadero, incluidos el dióxido de carbono y el metano, que calientan la atmósfera y provienen principalmente de la producción y combustión de combustibles fósiles, ya están en niveles récord y siguen aumentando. Tenga en cuenta que en la última COP en Dubai, el desafío fue presionar a los países cuyas economías dependen de los hidrocarburos para que se comprometan en una descarbonización total de sus economías.
¿Cómo financiar la transición ecológica?
Muchos países no tienen recursos suficientes para reparar los daños causados por el calentamiento global, adaptarse a sus efectos y proteger los derechos de las personas. Los Estados con ingresos más altos tienen la obligación, según las leyes de derechos humanos y el Acuerdo de París de 2015, de brindar apoyo. En 2009, los estados de altos ingresos, que históricamente son los mayores emisores de gases de efecto invernadero, prometieron 100 mil millones de dólares por año hasta 2020 para ayudar a los países “en desarrollo” a reducir sus emisiones y adaptarse al cambio climático. Hasta el momento no han cumplido este compromiso financiero. Sin embargo, para proteger los derechos, es esencial cumplir todas las promesas ya hechas y aumentar la financiación para los programas de adaptación y protección social. Durante años, los países de altos ingresos se han negado a pagar por las pérdidas y daños causados por el cambio climático en los países “en desarrollo”, pero el año pasado la COP acordó crear un Fondo de Pérdidas y Daños. Las modalidades de operación y gestión de este fondo serán objeto de negociaciones durante la COP de este año. Los Estados de altos ingresos, a través de su papel como acreedores y reguladores, y a través de su influencia sobre el Banco Mundial para proporcionar alivio de la deuda o préstamos en condiciones menos duras, pueden ayudar a acelerar una transición justa hacia las energías renovables a escala global.
La solución de los créditos de carbono
Esta es la novedad de la COP29. Un crédito equivale a una tonelada de dióxido de carbono que se evita que entre a la atmósfera. Aún habrá que redactar otros textos oficiales para establecer plenamente un mercado fiable, pero la decisión del 11 de noviembre pondrá en marcha un mecanismo esperado desde el acuerdo de París de 2015 y su artículo 6. Los créditos de carbono se generan así por actividades que reducen los gases de efecto invernadero. emisiones responsables del calentamiento global, como plantar árboles, proteger hábitats o sustituir el carbón contaminante por turbinas solares o eólicas. “Cabe señalar que los créditos de carbono a escala global se gestionarán según las normas de las Naciones Unidas, lo que permitirá introducir una mayor transparencia en el intercambio de certificados de carbono a escala global y una mejor cuantificación de los esfuerzos de los Estados para reducir el CO2. emisiones.
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Por su parte, Marruecos está en proceso de crear un mercado de carbono y un impuesto al carbono. El reconocimiento de los certificados de carbono marroquíes, particularmente por parte de Europa en el marco del MACF y el artículo 6 de los Acuerdos de París, puede permitir inversiones en energías renovables marroquíes. Los ingresos por carbono pueden representar hasta el 40% de los ingresos de un proyecto renovable”, nos dice el experto Gemara. Y continúa: “Esto sigue siendo válido para grandes proyectos renovables de alto voltaje. La industria marroquí utiliza media tensión, que quedará fuera de los procesos de intercambio de certificados de carbono, debido a la falta de un marco regulatorio adecuado que permita a estas industrias dotarse de energías renovables y poder beneficiarse de los mecanismos de intercambio”. Cabe señalar que los criterios adoptados en Bakú rigen la metodología para calcular el número de créditos que un proyecto determinado puede generar y qué sucede si el carbono almacenado se pierde, por ejemplo si el bosque en cuestión se quema.