Publicado el 12 de noviembre de 2024 a las 11:04.
En el escenario, están en segundo plano, a menudo en las sombras. Pero son ellos quienes mantienen el ritmo, dictan el tempo. Los bateristas tienen sus estrellas –Tony Allen, Manu Katché, Meg White, Moe Tucker, Chad Smith, Terry Bozzio…– pero, aparte de dentro de la escena del jazz, suelen ser los grandes olvidados de la historia de la música. Algo lo sabe Alberto Malo, que ha pasado mucho tiempo, en el estudio o de gira, a la sombra de Sophie Hunger, Tété, Françoise Hardy, Jacques Higelin, Mélanie De Biasio, Stephan Eicher e incluso Jeanne Balibar.
Un poco antes de la pandemia de covid, un momento difícilmente ideal aunque el cierre de los espacios culturales le permitió invertir plenamente, finalmente decidió pasar de las sombras a la luz y montar su propio proyecto, MALO. Dando rienda suelta a sus profundos deseos, revela a través de grabaciones aventureras y piezas que pueden ser largas y sinuosas un universo entre ambient, electrónica, jazz y hip-hop oscuro. En el marco del Cully Jazz Festival, donde reside, ofreció en el verano de 2021 durante una edición rediseñada y luego la pasada primavera como parte del off, conciertos hipnóticos, como trances, viajes a los confines de la música programada e improvisada.
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