La caravana de la coalición Senegaal Kese fue bloqueada el domingo en Ourossogui, en el noreste de Senegal. Según su jefe de lista, Thierno Alassane Sall (TAS), la gendarmería pidió que dejaran paso a la caravana de Ousmane Sonko. Informó que los activistas de Pastef que encontró intentaron “intimidarlos”.
“El 3 de noviembre, en el que me encontraba, marchaba por la arteria principal de Ourossogui, en dirección a Kanel. Algunos activistas de Pastef, que creíamos que estaban en una de las muchas manifestaciones que hemos encontrado todos los días desde el inicio de la campaña, intentaron intimidarnos”, dijo Tas en un comunicado de prensa.
Y añade: “Pocos momentos después, media docena de vehículos de la gendarmería llegaron a nuestro encuentro. Si bien pensábamos que habían venido para garantizar la seguridad, ahora nos ordenan que nos apartemos a un lado de la carretera”.
Peor aún, continúa: “Nos enteramos de que la caravana del candidato Sonko venía en dirección contraria y la Gendarmería nos pidió nada menos que que le dejáramos paso. Uno de los gendarmes da una orden al conductor de nuestro coche que encabeza la procesión con una andanada de insultos.
Considerando esta “orden ilegal y repugnante”, Thierno Alassane Sall informa que, naturalmente, se negó a “obedecer”.
Ante esta situación, “los gendarmes pusieron uno de sus vehículos en nuestro camino, obligándonos a presenciar el paso del rey de Ndoumbelane. Porque no es una simple caravana rural la que pasa, sino una corte real”, afirma.
Antes de calificar la caravana del jefe de lista de Pastef como “increíble violencia simbólica hacia nuestros conciudadanos”. “Allí va todo, desde el Hummer blanco de Su Majestad, sus dos ambulancias (una marcada como Ministerio de Salud, otra lujosa), la orgía indecente de relucientes 4×4, los autobuses de alquiler, un patio importado de Dakar. Elementos del BIP (y aparentemente del GIGN), vehículos sin matrícula. Este tiovivo que desfila por Senegal, rozando las chozas de paja y los precarios refugios de la población, representa una increíble violencia simbólica hacia nuestros conciudadanos…”, lamenta Thierno Alassane Sall.