El verano pasado, el pueblo de Brienz, en los Grisones, tuvo mucha suerte. Amenazados por un gigantesco deslizamiento de tierra, los residentes, que tuvieron que evacuar sus casas durante cinco semanas, finalmente escaparon bien. Pudieron regresar a casa, después de un gran desprendimiento de tierra que se detuvo a las puertas de la aldea. Pero tal vez sea sólo un aplazamiento.
De hecho, la zona continúa moviéndose con fuerza. Un fenómeno amplificado por las fuertes lluvias y nieve de los últimos seis meses, informó el sábado la televisión alemana SRF. Como resultado, el pueblo se mueve actualmente a un ritmo de dos a tres metros por año, algo inaudito. Y la montaña avanza a una velocidad de 4 metros por año, o incluso 8 en algunos lugares, según los expertos.
Por el momento no se vislumbra ningún nuevo desprendimiento de tierra, aunque a veces todavía caen enormes bloques en el valle y las rocas caídas el verano pasado representan sólo el 1% del volumen total de la montaña en movimiento. “Actualmente no vemos ninguna amenaza inmediata de nuevos desprendimientos de rocas”, explica el geólogo Daniel Figi.
Pero los habitantes de Brienz deben prepararse. Porque si no se detiene la aceleración del corrimiento de tierra, es muy probable que se produzca un nuevo corrimiento de tierra importante en los próximos cinco a diez años, según el experto. Por eso, hoy una armada de investigadores y geólogos analiza la zona tres veces por semana.
Las esperanzas ahora están puestas en una galería de drenaje de 2,5 km de largo, debajo del pueblo, que deberá extraer agua del sótano. De hecho, el deslizamiento de tierra se debe a la excesiva presión del agua en la montaña. Pero este túnel, que cuesta nada menos que 40 millones de francos, no estará terminado antes de 2027.
