La primavera pasada, Christophe, que vive desde hace veintidós años en una T3 en Seine-Saint-Denis con sus tres hijos, escapó por poco de ser desalojado de su alojamiento. “Hace dos años, tras perder mi empleo, comencé a tener dificultades para pagar el alquiler de 800 euros. él dice. METROPero nunca dejé de pagar al menos un poquito. »
Sin embargo, una vez no cumplió con el plazo establecido. “La Caja de Asignaciones Familiares suspendió inmediatamente la ayuda para la vivienda de 200 euros. ¡Obviamente después tuve aún más dificultades para pagar! » Si bien su deuda de alquiler era inicialmente de 2.000 euros, en la primavera de 2024 había ascendido a 3.800 euros…
Más “lo cual es aberrante, el esta indignado, Esto se debe a que, sin embargo, mi deuda era inferior a los atrasos de la CAF”, que entonces ascendía a 4.000 €. Afortunadamente, en el último momento, cuando encontró trabajo, su asistente social se volvió a conectar con el arrendador social para acordar un protocolo de reembolso que incluía la devolución de la APL, permitiendo suspender la expulsión.
El caso de Christophe no es excepcional. Ya en 2022, el Tribunal de Cuentas estimó que entre 2018 y 2020, el 18% de las deudas impagadas fueron seguidas de una suspensión de las ayudas. Sin embargo, estas suspensiones no pueden estar exentas de perjuicios cuando sabemos que las ayudas a la vivienda reducen un 43% el peso medio de la vivienda en la renta de los hogares inquilinos, que gracias a ellas pasa del 33,2% al 18,9%.
Por eso, “En teoría, la ley Alur de 2014 establece el principio de mantener los subsidios de vivienda en caso de impago, salvo mala fe por parte del inquilino”, explica Balthazar Gisbert, director de proyectos de lucha contra la privación de derechos en la Fundación Abbé-Pierre. Entonces, ¿cómo se explican estas suspensiones a pesar de la ley?
En teoría, un respiro de doce meses.
Esto es lo que quería saber la Fundación Abbé-Pierre al realizar una encuesta, publicada este jueves 31 de octubre, en vísperas de las vacaciones de invierno, a la que respondieron 66 asociaciones que apoyan a los inquilinos en dificultades y una decena de CAF regionales. Según este estudio, “El 53% de las estructuras que respondieron consideran que cuando los hogares contactan con ellos por primera vez es porque tienen problemas para mantener la ayuda a la vivienda”.
” Normalmentecontinúa Baltasar Gisbert, el marco legal establece que al reportar la deuda impaga a la CAF, el arrendador y el arrendatario deben acordar un plan de liquidación de la deuda. Sin respuesta del arrendador, la CAF puede contactar al Fondo de Solidaridad para la Vivienda. Y sólo después de doce meses, y en caso de mala ejecución del plan, podrá producirse la suspensión de la APL. »
Sin embargo, continúa, “En la práctica, observamos que estos pasos no siempre son respetados de la misma manera por las diferentes CAF, lo que conduce a suspensiones más rápidas. » Por ejemplo “si el arrendador rechaza el plan de liquidación, la ayuda a la vivienda se suspende en la gran mayoría de los casos”, dice el estudio. Sin embargo, incluso en ausencia de un plan, la ley estipula que las APL deben mantenerse si el inquilino paga al menos la mitad de su alquiler residual, información que rara vez proporcionan las CAF.
Además, ocurre que las ayudas se suspenden por motivos distintos al cumplimiento del procedimiento pero que esta suspensión crea o agrava deuda impagada. Por ejemplo, cada año, la CAF solicita al arrendador que complete un formulario. Si no lo hiciera, se le podrá suspender el subsidio. Y en general, las dificultades de comunicación entre la CAF, que puede solicitar un documento, y el beneficiario, que tal vez no haya entendido la solicitud, muchas veces desmaterializada, contribuyen a reforzar el riesgo de suspensión.
Unido por la cruzel Fondo Nacional de Asignaciones Familiares (CNAF), que forma la rama “familiar” de la Seguridad Social francesa, estima que “el estudio (de la Fundación Abbé-Pierre, nota del editor) fusión de suspensiones minoritarias, que se enmarcan en la regulación de deudas impagadas (liquidación de “buena fe”, por ejemplo) y suspensiones mayoritarias que se encuadran en otras causas”como la ausencia de un permiso de residencia, por ejemplo, o la esperada aclaración sobre los recursos.
Respecto al primero, “La Cnaf es consciente de las dificultades que supone aplicar normativas complejas, en diferentes contextos departamentales y asociativos”, ella especifica. “Ha encargado una auditoría interna sobre el tema, cuyas conclusiones se conocerán a finales de año, con vistas a un plan de acción”.