El probable fracaso de las negociaciones es un revés para la socialdemocracia.

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Hubert Mongon y France Henry-Labordère (centro), de la delegación del Medef, e Yvan Ricordeau, número dos de la CFDT (de pie), durante las negociaciones sobre el empleo de las personas mayores, en París, el 8 de abril de 2024. BRUNO LEVY/ DIVERGENCIA

No lograron encontrar puntos en común, aunque muchos de ellos se negaron a decirlo explícitamente. Durante la noche del martes 9 al miércoles 10 de abril, sindicatos y empresarios finalizaron sus negociaciones “por un nuevo pacto por la vida en el trabajo”.

Como resultado de las discusiones iniciadas hace tres meses y medio, la versión final del proyecto de acuerdo, cuyo objetivo es aumentar la proporción de personas mayores que trabajan, fue criticada por todas las organizaciones de trabajadores. Estos últimos deben consultar ahora a sus autoridades antes de adoptar una posición oficial, pero todo hace pensar que, salvo un giro muy improbable de los acontecimientos, rechazarán el texto que les han presentado los movimientos patronales.

Este resultado deja al gobierno libre para tomar medidas que aprovechen las consecuencias de la reforma de las pensiones de 2023, con el aplazamiento de la edad legal de 62 a 64 años. Para la socialdemocracia, se trata de un grave revés, que no puede sino reforzar la mala opinión que Emmanuel Macron tiene de los organismos intermedios, al considerarlos el Jefe de Estado incapaces de desarrollar medidas ambiciosas a escala interprofesional.

Inicialmente, el final de las conversaciones estaba previsto para el 26 de marzo, pero los protagonistas lo habían pospuesto al lunes 8 y luego al martes 9 de abril, con la esperanza de que esta prórroga les permitiera llegar a un compromiso. En realidad, las sesiones adicionales de discusión se convirtieron en una guerra de nervios, intercalada con interminables suspensiones de debates. Con el paso de las horas, los representantes de los empresarios, que tenían la pluma, cambiaron el proyecto de acuerdo, pero de una manera demasiado parsimoniosa a los ojos de los sindicatos.

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Fue la CFTC, aunque conocida por su moderación, la que pronunció las palabras más duras tras la reunión entre los interlocutores sociales, organizada en la sede nacional del Medef, en París. “Es una pena llegar a una conclusión de fracaso”lanzó a los periodistas Eric Courpotin, secretario confederal del centro cristiano, el miércoles alrededor de las 2 de la madrugada. “Los sentimientos de todas las organizaciones [de salariés]no es posible firmar »añadió, preguntándose, en tono provocativo, si el deseo del bando contrario no era obtener “mano de obra barata”. Su homólogo de CFE-CGC, Jean-François Foucard, también fue bastante directo. “Los empresarios dijeron: “Vamos a cambiar el paradigma”. Aún estamos esperando”bromeó, antes de concluir: “Es un momento perdido. »

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