Italia se ha convertido en pocos años en la cuarta potencia exportadora mundial. Situada detrás de Alemania, ahora está por delante de Corea del Sur. Para medir los avances realizados, recordemos que en 2014 todavía ocupaba el séptimo puesto. ¿Existe un milagro italiano? ¿Qué lecciones podemos aprender de esto?
Francia registra un déficit comercial alarmante, que se espera alcance los 80 mil millones de euros en 2024. Mientras tanto, la balanza comercial global italiana ha aumentado en 51 mil millones de euros en veinte años, lo que plantea la cuestión de un posible “modelo italiano de exportación”.
Sin embargo, no se decidió nada de antemano. De hecho, Italia ha sido durante mucho tiempo un importador neto y sólo recientemente el país ha transformado su economía en un modelo de eficiencia exportadora. En 2022, Italia registró un superávit comercial de 86.000 millones de euros sin incluir los productos energéticos, más del doble de los 40.000 millones de euros de 2021.
El éxito italiano se basa en su especialización en sectores especializados, en particular la electromecánica, que generó un superávit de 50 mil millones de euros en 2021, mientras que Francia registró un déficit de 17,3 mil millones de euros en este sector. La industria transalpina de la moda también registró un superávit comercial de 33 mil millones de euros en 2021. La industria de la madera y del mueble, por su parte, contribuyó al superávit comercial con 8,2 mil millones de euros.
Todos estos productos, a menudo vinculados a una fuerza laboral altamente calificada y un alto valor agregado, se benefician de una demanda internacional en rápido crecimiento.
El papel de las pymes familiares
Italia depende de una densa red de PYME familiares, a menudo agrupadas en distritos industriales regionales, que promueven la flexibilidad, la innovación y la producción de calidad a costos competitivos. Estas empresas representan el 83% de las medianas empresas italianas, frente a sólo el 48% en Francia, lo que refleja una tradición de emprendimiento familiar más arraigada en Italia.
El ejemplo italiano muestra que las empresas familiares aprovechan mejor los beneficios a largo plazo de la internacionalización y acceden a los mercados extranjeros de manera más sostenible. En Italia, alrededor del 80% de las empresas familiares se transmiten dentro de la familia, garantizando así la continuidad generacional y la sostenibilidad de las acciones internacionales.
En este lado de los Alpes, en cambio, sólo el 22 % de las empresas familiares se transfieren dentro de la familia, lo que provoca discontinuidades –o incluso fracasos– en lo que respecta a las exportaciones.
Italia: un sistema fiscal generalmente competitivo
La fiscalidad italiana sobre la transferencia de activos empresariales se considera una de las más competitivas de Europa. En Italia, los impuestos sobre sucesiones y donaciones se aplican a un tipo base del 4% al 8%, dependiendo del grado de parentesco entre el donante y el beneficiario. En comparación, en Francia, los impuestos a la herencia alcanzan hasta el 45% para los herederos directos, y pueden ser incluso más altos para los herederos lejanos o no emparentados.
Además, las autoridades fiscales italianas conceden una reducción de 1.000.000 € a los herederos directos (cónyuges e hijos). Esto significa que los activos empresariales de este valor se transfieren libres de impuestos. Más allá de esta cantidad, Italia cuenta con fundaciones familiares y holdings que permiten optimizar la transmisión.
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Sin embargo, como destaca recientemente un artículo publicado en Le Monde, el modelo familiar es desde este punto de vista “virtuoso” porque permite a las empresas anclarse en el territorio y gestionarse a largo plazo sin comprometer la soberanía económica del país.
Una inversión en innovación financiada en gran medida por el sector privado
Italia logra innovar más que Francia a pesar de un menor gasto en I+D, centrándose en sectores prometedores como el diseño industrial y la electromecánica. A diferencia de Francia, donde la investigación es en gran medida pública a través del CNRS, Italia favorece las innovaciones a corto plazo y de alto rendimiento, financiadas por el sector privado. Las empresas colaboran a nivel regional, promoviendo la agilidad, mientras que la fiscalidad italiana beneficia al espíritu empresarial, en particular con una deducción fiscal del 50% para los inversores en pymes innovadoras. Las menores contribuciones a la seguridad social de Italia también la hacen más atractiva para los empleadores.
Italia, ante restricciones presupuestarias y la necesidad de impulsar la competitividad, ha emprendido reformas destinadas a reducir los costos laborales y mejorar su competitividad en los mercados externos. Además, el bajo nivel de los impuestos sobre la producción en Italia (2,2% del PIB, frente al 4,7% en Francia según Fipeco) incita fuertemente a las empresas a abastecerse de subcontratistas establecidos más allá de los Alpes, en particular en los sectores del material eléctrico o de la moda.
Formación más adaptada a las empresas exportadoras
Italia favorece las escuelas técnicas y profesionales (Istituti Tecnici e Professionali) para formar directamente a los jóvenes para profesiones industriales. Estos establecimientos acogen a casi el 44% de los estudiantes de secundaria en 2024/2025, lo que refleja un enfoque educativo también adaptado a las necesidades de las empresas exportadoras, frente a sólo el 27,6% en Francia.
Italia está integrando más aprendizajes y prácticas en empresas en su formación, lo que permite una rápida transición al empleo y fortalece la competitividad exportadora de las empresas. En otras partes de Europa, los empleadores a menudo se ven obligados a invertir en capacitación adicional, lo que retrasa la integración de los empleados y aumenta los costos.
Una estrategia “Made in Italy” eficaz y bien defendida
Italia promueve activamente su etiqueta “Made in Italy” a través de campañas de marketing globales, una mayor participación en ferias internacionales y la lucha contra la falsificación. Por último, pero no menos importante, SACE (Servizi Assicurativi del Commercio Estero), agencia italiana de seguros de crédito a la exportación, ha apoyado proyectos de exportación por más de 55 mil millones de euros en 2023. A modo de comparación, Bpifrance, a través de su filial Bpifrance Assurance Export, anuncia haber desplegado 22 mil millones. euros en 2023, o apenas el 40% del nivel italiano.
Este mayor apoyo a las exportaciones proporciona una ventaja competitiva significativa. Las empresas italianas se benefician de mejores condiciones de financiación y seguro para sus proyectos en el extranjero y están mejor posicionadas para captar cuota de mercado en sectores estratégicos.
Italia combina tradición, innovación y apoyo financiero activo del Estado para fortalecer su competitividad en el escenario internacional. Si bien este modelo no está exento de desafíos (envejecimiento demográfico y dependencia de ciertos mercados), ofrece a Francia, su vecino transalpino, vías de inspiración para reducir su déficit comercial y apoyar mejor a sus exportadores.